"...el análisis de la obras literarias que se practica en las escuelas “no debería tener por finalidad ilustrar los conceptos que acaba de introducir éste o aquél lingüista, éste o aquél teórico de la literatura, sino permitir el acceso a su sentido”, o sea, al “conocimiento de lo humano, que es lo que a todos nos interesa”. La literatura “revela el mundo y nos revela a nosotros mismos”. Una adecuada enseñanza de la literatura sería, por tanto, fundamental “para aprender a pensar poniéndose al lugar de cualquier otro ser humano”.
“Por regla general, el lector no profesional (...) lee esas obras, no para dominar mejor un método de lectura, ni para extraer de él información sobre la sociedad en que fueron creadas, sino para hallar en ellas un sentido que le permita comprender mejor al hombre y el mundo, para descubrir en ellas una belleza que enriquezca su existencia; haciéndolo, logra comprenderse mejor a sí mismo. El conocimiento de la literatura no es un fin en sí mismo, sino uno de los caminos reales que conducen a la realización individual”.
La enseñanza secundaria, que no se dirige a los expertos de la literatura, sino a lectores ordinarios, no puede tener el mismo objeto que la superior: su objeto ha de ser el placer literario per se, “no los estudios literarios”. El corolario de insistencia en la inversa y habitual metodología resulta conocido: es en la enseñanza escolar de la literatura donde se comienza a frustrar lectores –primeros lectores- porque se los equivoca sobre lo que la literatura puede ofrecer..."
Estos párrafos son parte del último artículo publicado por el profesor José Calvo González sobre la obra La literatura en peligro de Tzvetan Todorov en El Mundo de Málaga y en su blog. Disfrútenlo entero aquí y saquen conclusiones.
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