De un paseo se pueden y, lo que es más importante, se deben, sacar ciertas conclusiones. La de hoy hace referencia a la copiosa e inútil señalización de una ciudad. El grado de una civilización no sólo se mide en la cantidad y calidad de sus normas, sino también en su correcta aplicación y su lógica –en teoría, por supuesto- obediencia. Que atravesar una carretera para bicis conlleve hacerlo por un paso de cebra situado a medio kilómetro de la dirección que uno lleva tiene bemoles. Que un servidor se levante con el pie cívico, tenga un día homónimo, y vaya, efectivamente, a ese paso de cebra ubicado en desiertos lejanos o en montañas remotas, preocupa. Que una vez llegado al mismo el único coche que pasaba no quiera respetarlo, lleva a una ofuscación psicopatológica –como la descrita con maestría en los artículos que ayer os colgué y que sé que todos, todos, todos, os leísteis hasta la última hoja- inevitable, casi de indignación con uno mismo y su desconsiderado entorno. Pero que ese coche, además, sea de una autoescuela y vaya conducido por uno de sus monitores, o sea, un profesional de la conducción vial, genera ineluctablemente una inefable sensación de descarga, de evacuación, de deposición, de…en fin, ciscarse, en sentido mayúsculo, en la madre que lo condujo a este mundo. Nada más, me sigo con el RD 84/2007. A gusto he quedado, oigan.
Jam Session
Política, literatura, sociedad, música
Datos personales
- Nombre: Javi
- Lugar: León, Spain
En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...
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