
En el cúmulo de casualidades que se han dado estos días, destaca que los sindicatos hayan elegido Madrid y Valencia como focos de huelga de determinados servicios como la recogida de basuras. Los habrá mal pensados, no digo que no; aunque evidentemente, todo es producto de la casualidad. Absolutamente todo. Incluso el hecho de que este año el pabellón español en Eurovisión vaya a estar mejor representado que nunca. Es el resultado de la llegada de la democracia al mundo de la música. El ciudadano tiene el poder a golpe de móvil; descargando sms a discreción. Conductas febriles que gustan a rebaños, pastores y compañías de telefonía; con lo que todos contentos, no es para menos.
Por otra parte, tenemos la figura del terrorismo; siempre tan oportuna. Y el aparente no uso partidista de los hechos, que no quitó para que el beneficio redundase en una sola dirección; como tantas otras veces. Se trata del silencio escandaloso: un oximorón, sólo en el ámbito poético. Nunca ha sido bueno dotar a la jornada de reflexión de estímulos añadidos. Tenemos ejemplos. Y tenemos consecuencias.
En fin. Hechos y pechos. Más juego para el debate político que el hombre que acaba de ser reelegido, seguramente, no lo dé nadie en ninguna otra parte. Jamás. Por cierto, me encantaría ver el careto que se les ha quedado a nuestros egregios cantantes tras la contundencia arrasadora de Chikilicuatre. El problema, sin duda, es de la organización. A los españoles no nos gusta que nuestros representantes hagan el ridículo fuera de nuestras fronteras. Otra cosa no, pero eso tampoco.
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