Supongo que en alguna ocasión habrán oído aquello de que la juventud está perdida. Eso es parcialmente falso. Está perdida el común de la gente. Y mucho. Últimamente, además, de un modo muy especial. O quién sabe. Quizá siempre ha sido así. Y he sido yo quien ha permanecido en una gran burbuja aislado del mundo, de la vida, de mi propia vida. Debo de ser una persona especialmente conflictiva; sobre todo conmigo mismo. Que siempre es con quien menos se debe de ser conflictivo. Mi habitual inquietud por buscar un significado y una razón de ser a la vida y a los muchos elementos que la conforman ha derivado en un cuestionamiento profundo y riguroso de mi mismo. Que tal vez, mirándolo bien, es por donde en su día debí haber empezado. Por qué soy como soy. Y sumo: por qué los demás también son como son.
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Desgraciadamente no ocurre a menudo, pero hay veces en que al leer un texto en una revista, un libro o (¿por qué no?) un blog algo se remueve dentro de nosotros. Algo para lo que aún no existen palabras. Algo inefable, por supuesto. Eso mismo me ocurrió el otro día leyendo este magnífico artículo de Arturo Pérez-Reverte. Ante la abundancia de imbéciles que pueblan el orbe, deberíamos sentirnos verdaderamente agradecidos por la existencia de personas tan diáfanas, claras y transparentes y con un carácter tan extraordinaria y admirablemente genuino. Sí, don Arturo, siempre hay algún justo en Sodoma.
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Estoy leyendo una novelilla deliciosa de Chantal Thomas titulada, Adiós a la Reina. El libro consiste básicamente en el relato, por su lectora real de cámara, de la última semana de vida de doña María Antonieta de Habsburgo. Como saben, la esposa de Luis XVI, de Francia. Que corrió la misma suerte que su marido. Ninguna. Fue guillotinada por esos enérgicos revolucionarios cuyas reuniones tenían lugar en el monasterio de San Jacobo, nombre, claro está, con el que pasaron a la historia: Revolución Jacobina, revolución de revoluciones. La verdad es que no esperaba encontrar entre sus páginas, yo, buscador incesante, perlillas de esta grandeza: “Cuando todos los gérmenes confundidos se separen y sean devueltos al lugar primitivo que ocupaban, Dios distribuirá una ignorancia absoluta en el mundo entero a fin de que todos los seres que lo componen permanezcan dentro de los límites que corresponden a su naturaleza y no deseen nada ajeno a ella ni mejor; puesto que, en los mundos inferiores, no habrá mención ni conocimiento de lo que está en los mundos superiores, a fin de que las almas no puedan desear lo que no pueden poseer y ese deseo se convierta para ellas en fuente de tormentos…”. Alegato promonárquico que, mutatis mutandi, podría extrapolarse a otros ámbitos menos aristocráticos y pomposos.
Pienso: aunque no me paguen por ello.
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El escritor Alejandro Gándara, en su magnífico blog, El escorpión, nos da una idea deliciosa de la imbecilidad a la que me refería hace unas ideas (que es como yo mido el tiempo).
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Hoy, España se ha levantado escuchando un feliz lapsus de Zapatero.
Estoy con usted, presidente. Todos deberíamos llegar a un acuerdo para follar, más y mejor. Y que sea rápido, por favor.
Buenos días, y buena suerte.
4 Comments:
Qué buena entrada, Javi. Gracias, como siempre...Mil besos.
Gracias a ti, también como siempre, por tu visita, por tu comentario y, en fin, por tu sincero agradecimiento.
Mil besos.
Buenos días, Anay.
Javi, en la misma línea que el artículo de Pérez Reverte véase -si se quiere- el último post del blog de nuestro buen amado "garcía amado": garciamado.blogspot.com. No está escrito por él.
un abrazo
guille.
Buenas, Guillermo!! Perdona el retraso pero es que he tenido (y tampoco es que ahora mismo esté mucho mejor) el ordenador malito y no me había pasado por aquí desde el jueves. ¡Qué bueno el artículo!: ¡es que no somos cultos! :-) que delicia de alumnos. Claro que se podría haber escrito un artículo igual de irónico con los profesores: porque ¿quién controla (y si ya se hace, es que se hace muy mal) el nivel del profesorado? es verdad que el nivel del discente medio es pésimo, pero es que el nivel del docente medio tampoco está para festejar nada precisamente. Hay, claro, excepciones muy buenas; pero todo el mundo sabe lo que estas confirman.
Un abrazo, ya hay tomas de contacto sobre, llamemosle, el "tema semana santa". Sería buena cosa que así que supieses que días vienes por aquí me lo mandases en un emilio para ver si a nuestros compis también les va bien.
Otro abrazo.
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