Se acabó lo que se daba. A estas horas, pocos serán los regalos que aún no se hayan abierto. Un año más, las fiestas más mediáticas del calendario se despiden silentes y nostálgicas. Unas navidades que, contradiciendo al villancico, cada vez son menos blancas, pero igual de frías. La estampa navideña pierde su color característico, si bien, éste se troca por otro de índole publicitaria, como es el rojo de la Coca Cola, el gorro de Papa Noel y las bragas de las señoritas en la noche de fin de año. El cambio de color debiera traer consigo otras modificaciones en nuestras inveteradas tradiciones, pero no. Siempre es más de lo mismo, como la vida misma. Una concatenación de actos cotidianos de una marcada monotonía sólo rota por determinadas fechas del calendario que dotan al vivir de un sabor distinto del ordinario.
Las fechas marcan la despedida de un año inolvidable o para olvidar. En el nuevo año que comienza todas las personas se fijan unas metas, unos objetivos, unos propósitos que se irán diluyendo como azucarillos ora por causas ajenas a la propia voluntad ora por quedarnos demasiado grandes.
Las cenas de Navidad de empresa, de amigos, de familia y de novios, dejan sobrepeso en las carnes y anemia en los bolsillos. Pero eso parece dar igual. En Navidad todo da igual, todo es dicha, felicidad y entusiasmo, incluso los más pesimistas parecen verlo todo color de rosa.
Y, ah, la familia. Es una lástima que muchas de ellas sólo encuentren esta época del año para juntarse. Cuesta tanto formar una familia como, pasado el tiempo, volver a unirla. Curiosa paradoja ¿Por qué necesitaremos un motivo, una disculpa o una justificación para hacer algo que en el fondo deseamos?
En fin. Feliz día de reyes. Disfruten de sus regalos, su entorno y, en líneas generales, de su vida. Que el roscón de la vida les depare satisfacción en sus distintas manifestaciones. Miren el lado bueno, llegan las rebajas.
Las fechas marcan la despedida de un año inolvidable o para olvidar. En el nuevo año que comienza todas las personas se fijan unas metas, unos objetivos, unos propósitos que se irán diluyendo como azucarillos ora por causas ajenas a la propia voluntad ora por quedarnos demasiado grandes.
Las cenas de Navidad de empresa, de amigos, de familia y de novios, dejan sobrepeso en las carnes y anemia en los bolsillos. Pero eso parece dar igual. En Navidad todo da igual, todo es dicha, felicidad y entusiasmo, incluso los más pesimistas parecen verlo todo color de rosa.
Y, ah, la familia. Es una lástima que muchas de ellas sólo encuentren esta época del año para juntarse. Cuesta tanto formar una familia como, pasado el tiempo, volver a unirla. Curiosa paradoja ¿Por qué necesitaremos un motivo, una disculpa o una justificación para hacer algo que en el fondo deseamos?
En fin. Feliz día de reyes. Disfruten de sus regalos, su entorno y, en líneas generales, de su vida. Que el roscón de la vida les depare satisfacción en sus distintas manifestaciones. Miren el lado bueno, llegan las rebajas.
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