Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

02 marzo 2008

Qué tiempos corren. Ser de derechas, en determinados espacios de nuestra geografía, se ha convertido en un ejercicio de valentía. Decirlo, aun en confianza, es una verdadera osadía. Y preguntarlo, sin duda, todo un descaro. Tal es así, que uno no puede presumir de español sin que lo tilden de facha. Ser del PP equivale a ser pijo, machista, hijo de papa, aficionado a los toros, a la música del fari y a las huevas de esturión; e incluso a llevar bigote, con lo que debe de picar.

Un reciente estudio, con valor casi de certificado, asegura que los del PP las prefieren rubias, siempre tan retozonas. Sin alegar nada en contra, de la teoría ni por supuesto de las rubias, parece un contrasentido. Si al votante del PP se le supone amar lo castizo: ¿cómo es posible que éste no prefiera a las morenas? A no ser, claro está, que el estudio juegue con otro tópico igualmente manido: las rubias son pijas, los pijos son de derechas; luego: las rubias son del PP. Absurdo ¿verdad?

Utilizando premisas estúpidas y disparatadas se elaboran teorías del mismo calado. Lo saben bien nuestros políticos: en lugar de hablar de lo que interesa a la gente se enredan en trifulcas partidistas y sectarias que engrescan al personal. Y se muestra a las personas la incompatibilidad eterna y profunda de sus ideas. No tendría por qué ser así, claro; pero la diferenciación conviene al mercado, al fútbol y a la vida misma. Y al final: todo es un gran negocio en el que, desgraciadamente, poco participamos.