El hecho de que se hayan propuesto poner letra al himno nacional me entristece. Esta es la soberbia infundada de la que goza nuestra sociedad. Preguntarse cómo es posible que no haya surgido antes esa preocupación no solucionaría nada. Tampoco, preguntarse quién ha sido el valiente príncipe que ha despertado a la grácil, bella y delicada doncella de su letargo encantado. España, es un país destinado a silbar el himno, nunca, a cantarlo.

Es tal el narcisismo que subyace en la notoria conducta de nuestra sociedad, que nos creemos con derecho a cambiar la historia, sus protagonistas, su sufrimiento…y, ahora esto.

Es de recibo, al menos, cuestionarse la finalidad de subsanar el vacío, ¿Lo haría más bello? ¿Mundialmente más conocido? ¿Lograrían nuestros deportistas más metas, triunfos o victorias? ¿Implantaría la paz, el diálogo y la concordia no ya en los confines del mundo conocido, sino en los nuestros propios (perdónenme el pleonasmo) ?