Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

25 enero 2008

“El prior Godwyn, como miembro del tribunal eclesiástico, juzgó a Gilbert de Hereford, lo declaró culpable y lo condenó a la pena impuesta a los ladrones de iglesias: desollamiento en vida. Le arrancarían la piel a tiras, mientras permaneciera en estado consciente, y moriría desangrado…” (pág:599).

“…se oyó el tañido de la campana de la catedral, y los cuatro se pusieron en pie y salieron de la sala.
El reo se encontraba en el exterior, en el ala oeste de la iglesia. Estaba desnudo, y fuertemente atado de pies y manos a una tabla rectangular de madera semejante a un quicial. Un centenar o más de habitantes de la ciudad esperaban para ver la ejecución. Los hermanos y las monjas de jerarquía inferior no habían sido invitados; no se consideraba apropiado que presenciaran una carnicería.
El verdugo era Will Tanner…llevaba un pulcro mandil de lona. Se encontraba de pie junto a una pequeña mesa sobre la que había dispuesto sus cuchillos. Estaba afilando uno de ellos con una mola, y el chirrido de la cuchilla al chocar con el granito hizo estremecer a Godwyn.
El prior pronunció varias oraciones, que finalizó con un ruego improvisado en inglés para que la muerte del ladrón sirviera a Dios como ejemplo disuasorio contra la comisión del mismo pecado por parte de otros hombres. Acto seguido hizo una señal de asentimiento a Will Tanner.
El verdugo se situó detrás del ladrón amarrado. Agarró una cuchilla de punta afilada y la ensartó en el centro de la nuca de Gilbert, a continuación descendió con ella en línea recta por la espalda hasta la base de la columna vertebral. Gilbert rugió de dolor, y la sangre manó a borbotones por el corte. Will hizo un nuevo tajo en los hombros del reo y dibujó una letra te.
Entonces cambió de cuchillo y escogió uno de hoja alargada y delgada. La clavó con cuidado justo en el punto de intersección entre ambos cortes, y tiró de la piel por una esquina. Gilbert emitió un nuevo alarido. Después, asiendo la esquina de pellejo entre los dedos de la mano izquierda, Will empezó a desollarle la espalda a Gilbert con mucha parsimonia.
El condenado soltó un berrido animal…
Will trabajaba con premura; su afilado cuchillo se hundía en la grasa subcutánea hasta dejar a la vista los músculos estriados de debajo. La sangre manaba en abundancia, y el verdugo se detenía cada pocos segundos para enjugarse las manos en el mandil. Gilbert gritaba con creciente agonía a cada tajo que le daban. La piel de la espalda no tardó en quedarle colgando en dos anchas tiras.
El verdugo se arrodillo en el suelo, las rodillas se le empaparon con un dedo de sangre, y empezó a trabajar en las piernas del reo…
Will prosiguió su labor con actitud flemática, indiferente al hecho de que su víctima siguiera consciente o no, hasta que toda la piel de la espalda, los brazos y las piernas quedó desprendida. A continuación dio la vuelta para colocarse frente al reo. Hizo un corte alrededor de tobillos y muñecas, y los desolló para que la piel quedara colgando de los hombros y caderas de la víctima. Ascendió hasta la pelvis, y Godwyn se dio cuenta de que iba a intentar arrancar el pellejo de una sola pieza. Pronto no quedo más piel pegada al músculo que la de la cabeza.
Gilbert todavía respiraba.
Will realizó una serie de precisas incisiones en torno al cráneo. Después dejó los cuchillos y se limpió las manos una vez más. Por último agarró la piel de Gilbert por los hombros y tiró con fuerza de ella hacia arriba. Rostro y cuero cabelludo se desgarraron de la cabeza, aunque siguieron adheridos al resto del cuerpo.
El verdugo levantó el ensangrentado pellejo de Gilbert en el aire, como un trofeo de caza, y la multitud lo jaleó" (pag:605-606).