
La desidia me ha vencido aun antes de empezar, y no merece la pena morir por ella. No todos los días nacen para escribir. A pesar del jugo implícito con que nos salpica la imagen: tan roja y tan fresca; para todos aquellos que, con frecuencia, elaboramos nuestro pensamiento a partir de un buen plato. Si no fuese por su forma darían, incluso, ganas de pegarle un mordisco. Sin embargo: eso, precisamente, es lo que ocurre cuando se pierden las formas; a menudo, tan subestimadas.
Lo dejo; mejor, probamos otro día. Con la puntita suele valer, casi siempre. Aunque, ciertamente, no sobre. Y todo sea por no hablar de política: me aflige profundamente.
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