Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

23 septiembre 2008

ETA ha vuelto a matar. Expresión de su único lenguaje. Su único modo de comunicarse. De llamar la atención. De tratar de demostrar que, pese a las apariencias, no se extinguen sus ideas, ni sus partidarios, ni su propia vida. Toda forma de violencia es deleznable, pero aquella que mide su peso en vidas humanas es, sencillamente, inhumana, propia de gente sin civilizar, de seres sin el entendimiento necesario para convivir con sus semejantes. Es difícil digerir que un Grupo de fines y mentalidad tan anacrónica, sea capaz de llevar a cabo estas atrocidades y salir, prácticamente, impune. Haciendo tambalear los mecanismos de los que tanto se jacta el Estado de Derecho, y que resultan tan inanes cada vez que los terroristas entran nuevamente en escena. Impunidad, muchas veces otorgada, en obscenas negociaciones con nuestros representantes políticos. Dándonos la impresión, en cada nuevo asesinato, de que, una vez más, todo ha sido en balde. Todas las muertes. Todas las muestras de buena voluntad para acabar por fin, y de un modo pacífico, con la lacra del terrorismo. Es una auténtica desgracia, además, que la sociedad tenga que vestirse de luto para que acuda en auxilio de nuestros políticos el entendimiento, el sentido común, la obviedad de que sólo hay un camino, una solución, un modo de hacer las cosas. Que, desde luego, no es la negociación. Ni la concesión de prerrogativas políticas y beneficios penitenciarios. Ni la audiencia de propuestas que flagrantemente conculquen nuestra Carta Magna. Ni el ominoso soslayo que supuso no ilegalizar a tiempo ANV, esa misma mujer con distinto vestido.

Juzguen ustedes mismos el camino a seguir, y luego observen cual se toma. No se asusten.



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El hombre y sus obsesiones. Llevo unos cuantos días dando vueltas a una de las mías: la mujer. Cuando era más joven, y leía poesía, creía, sencillamente, que el mundo estaba mal repartido. Y me hacía eco de aquello que repetían en todas las aldeas: Dios da pan a quien no tiene hambre. Sólo así encontraba una explicación razonable a que mujeres simpáticas, hermosas e inteligentes fuesen a parar al lado de verdaderos imbéciles. Y, muchas veces, ¡fuesen desdeñadas por ellos! Pero las ideas de juventud no duran mucho más que un buen postre. Y con el tiempo, y la observación, se llega a ciertas conclusiones.

La primera toca al hombre. Pienso que éste, respecto a la mujer, no es más que una persona que piensa una cosa y dice otra. Y recalco la exclusividad en la utilización de este comportamiento, sólo ante un género determinado.

Por otra parte, tenemos a la mujer, que, al contrario que el hombre, utiliza sus oídos; quiero decir, ¡oye y escucha por ellos!

En suma, tenemos a una mujer que absorbe aquello que sale de la boca del hombre, con puntos y comas. Y que se lo cree todo, con puntos y comas. No dando importancia, aunque parezca mentira, a la diáfana incongruencia entre palabras y actos: “él me dijo...”; “lo escuché...”. Y sanseacabó. Con el paso del tiempo, ese viajero infatigable, se quejarán del hombre que les ha tocado en suerte, como si ellas no hubiesen tenido nada que ver. Pudieron hacer caso a aquel chico que las amaba en silencio, con hechos, no con palabras, y lo sabían. Cuya admiración era silente, no demostrativa, y lo sabían. Pero prefirieron quedarse con el que les vendía la moto. Y, tal vez, también lo sabían. Completen el refrán: “…no pica”.

Quizá la edad no haya mejorado mi comprensión del bello sexo pero, al menos, agradezco que tampoco la haya empeorado.