Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

16 septiembre 2008

Deben de ser mi juventud, mi ingenuidad y sobre todo mi frágil memoria las que hagan que no recuerde un presidente del Real Madrid más inepto que el que actualmente ocupa el cargo. Dicen de él que es uno de los mejores abogados de Madrid. Y no digo que no lo sea. Sí, en cambio, que es un hombre ciertamente despistado; una persona de una locuacidad sin parangón; alguien que, desde luego, no cumple su palabra. Sus conocimientos jurídicos le deberían servir para gestionar los caudales del club, por lo menos, de un modo más diligente que el de sus predecesores. Por el contrario, la merma, y consiguiente despilfarro, del dorado caudal en las arcas blancas es verdaderamente escandaloso, obsceno. Puede prometer y promete, pero no cumple, al menos cuando hace falta. De sus iniciales promesas electorales llegó una, tarde y lesionada. El resto se evaporaron con la facilidad con que acude el olvido a la mente del amante que, momentos antes, ha prometido amor eterno. Entiendo que las promesas electorales son una conspicua engañifa en todos los campos a que se aplican, a pesar de la evidente efectividad mostrada a la hora de captar votos y embaucar al personal. Claro que si va bien, a qué cambiarlo.

El señor presidente se gastó en un equipo campeón, al año siguiente, más de 20.000 millones de las antiguas rubias, para obtener idéntico resultado, menos ajustado, sí, pero ni un ápice más valioso. Y este año, que sí necesitaban fichajes para cubrir posiciones que ocupa algún veterano, sólo ha traído un holandés cuya mujer, seguramente, acapare en la temporada más instantáneas y portadas, ¡deportivas!, que el propio jugador.

Y la gloria de Calderón sigue creciendo. Me entero por el periódico El Mundo, que el presi se ha pasado los necesarios turnos de espera -en favor de familia, amigos y allegados- para ser socio del Real Madrid, por su real arco de triunfo. Y oigan, por mucho que he buscado, no he encontrado ni una sola imagen subiéndole el color a la cara. Sin duda, el señor debe ser de buena cuna.

A Mijatovic, que es el pan que se trajo bajo el brazo Calderón, más le valdría dedicarse a la venta de gominas, espumas para el pelo, lacas y otros productos pegajosos similares que continuar como director deportivo. Los clubs europeos se han dado cuenta de que es una ganga. Y no hay persona por la que pregunte el montenegrino, aunque su categoría sea la de utillero, que no se encarezca cientos de millones.

El Real Madrid se ha convertido en un club ninguneado por jugadores propios y extraños, y por equipos con un presupuesto con el que el Madrid a penas cubriría el gasto en toallas. ¿Dónde queda el orgullo de jugar en el Madrid? Y lo peor de todo es que se lo dice un hincha de toda la vida, que ha crecido disfrutando de los logros de este equipo. Admirando a quienes han portado esa camiseta blanca, impoluta y refulgente. Pero qué penita dan ahora. Y permítanme que no hable de Robinho: me caliento.


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El maestro Saramago ingresa en la blogosfera. Es una noticia sensacional. Además de ser un placer, un lujo y una suerte contar con su pluma en el ciberespacio. Al alcance de cualquiera que quiera sacudirse su propia ignorancia (me incluyo el primero), aunque sólo sea momentáneamente, durante la lectura de sus artículos. Su blog, menos mal, se traduce al español y al inglés. Y veo, con cierta sorpresa, que da a sus párrafos un uso más comedido que el utilizado en sus libros. Esto último es un alivio. Hay libros más exiguos que alguno de sus párrafos.


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Excelente artículo de Basilio Baltasar. Parece ser que Juan Cruz está en apuros. Es increíble que los escritores del PEN club gallego exijan al canario haber moderado las preguntas, e incluso las respuestas, a George Steiner. ¿Desde cuándo se moldean las opiniones a gusto del destinatario? Ley del talión: los gallegos, deberían haber respondido con otro artículo que contrarrestase el punto de vista del eximio intelectual europeo. Otra cosa, claro está, es no poder. Exigir, sobre todo en España, siempre es más fácil. O tempora, o mores.