Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

11 septiembre 2008

La importancia de llamarse Ernesto

No hay ocasión que lea información sobre este personaje que no termine sorprendiéndome. Personaje que no me causa simpatía alguna. Ni él, ni los consumidores del extraordinario merchandising que su figura ha desarrollado. Esto es lo peor. Personas que, consumiendo una serie de artículos, creen consumir unas ideas. O peor aún, creen comprenderlas. No hay juventud, en ninguna época, que no haya sentido la llamada de la revolución. Esa lucha, siempre romántica, y siempre justificada, frente al orden establecido. Pero toda revolución acaba, si es que alguna vez ha llegado. Y tras ésta, quedan sus protagonistas. Poca es la gente que se pregunta el fin que tuvo la revolución. Y, mucho menos, qué acaeció en ella. Lo importante sobre todo es que en la misma participaran jóvenes guapos, fuertes, con grandes ideales. Y, esa falacia, que muriesen por ellos. Mucho menos importa que, por los mismos, también matasen.

Camisetas, pulseras, hebillas, tatuajes en zonas más o menos íntimas, libros más o menos buenos, ahora, también películas. He ahí su reminiscencia. Su realidad.

Permítanme la digresión. Hay dos disciplinas que me repatean. La razón: creen tener respuestas para todo. Aunque es curioso que, en última instancia, tampoco sirvan de mucho. Una es la economía. No hay suceso que se escape a sus tentáculos. Jamás he escuchado a los economistas reconocer su culpa, que no tenían razón. Sin embargo, cuando llegan cambios de ciclo, como pomposamente los denominan, y, entonces si que es necesario que hablen y aporten soluciones, en vez de soltar pendejadas, se callan. No aparecen. Sólo se escucha, si es que es posible, su silencio. La otra disciplina es la sociología. Disciplina que se desmorona cual castillo de naipes cuando han de afrontar casos concretos. Pero en fin. Las especialidades, en nuestros tiempos, sirven, sobre todo, para no mantenerse callado, aunque, como digan en mi tierra, se esté mucho más guapo:

"Ya no interesan los héroes de una pieza, son los personajes ambiguos los que atraen a las nuevas generaciones".

"La imagen del Che forma parte del santoral interclasista posmoderno de muchos jóvenes, junto a otras celebridades que funcionan como iconos románticos. Pero no creo que sea capaz de movilizarlos hacia la izquierda. Las cosas han cambiado mucho y los héroes actuales de la juventud ya no son de una pieza, les interesa más la ambigüedad moral. Ahí está Darth Vader, el lado oscuro de la fuerza”.
(Respecto a la negrita: ¡madre, madre!).

Sobre los jóvenes occidentales: "no creo que pueda interesarles nada de cuanto tenga que ver con la guerrilla y con ideas de la vieja izquierda tradicional. Están más próximos a los movimientos antiglobalización o a las ideas ecologistas”.

Podría tratarse de Suso de Toro, pero es Enrique Gil Calvo, sociólogo, y pensador a la postre.