
Me entero, como casi siempre, con retraso de que a nuestra querida
Letizia la han tocado, perdón, retocado, las narices. Lo primero que pensé, qué malo, es que las otras tampoco le quedaban tan mal. Y que, en esta vida,
hay gente mucho peor parada. La verdad es que después de tantos años presentando el telediario, sinceramente, no me había fijado en que tuviera alguna imperfección nasal. Y considero, sin batirme en duelo con nadie, que tenemos una futura reina joven, guapa y muy preparada. Además se da la circunstancia, fundamental en los tiempos que corren, de que queda muy bien en las revistas. En cualquier caso, según informa la Casa Real, la operación se realizó por motivos respiratorios. Y seguramente,
a pesar de alguna malicia introducida en la noticia, así fue. La vida y sus instituciones evolucionan. Atrás quedaron los siglos en que monarcas del más variado pelaje lucían esplendorosos
sus afiladas o retorcidas napias, aun a costa de su salud. Y es que ser de la “nobleza”, ya no es lo que era.
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