
“Lo único que les pido es que no se enamoren o que no se enamoren más. El amor, como toda pasión espontánea (digamos), es conformista y refractario a la acción, se alimenta de ensimismamientos y confunde la amplitud del mundo con la silueta de un objeto obsesivo e imaginario a través del cual el sujeto empobrecido cree contemplar el universo. Un enamorado quizá no sea un buen trabajador, pero queda reducido a un individuo reverencial, apocado y dependiente, que para el caso es lo mismo”. Alejandro Gándara.
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