A tener en cuenta (sin acritud, por la parte que me toca)
Curiosa, y a veces ridícula, confusión entre periodismo y el fenómeno blog. Y, por supuesto, entre periodistas y los administradores de estos últimos: quien quiera buena literatura, que no la busque en un blog, aunque también la haya, y se vaya a una librería; a quien preocupe su entorno, y tenga la inquietud de entenderlo, que se compre y luego se lea detenidamente un periódico, un ensayo, una buena revista. No se puede confundir la velocidad con el alimento de la sabiduría popular: crearía una suerte de empacho, sin haber probado bocado. No todas las opiniones valen lo mismo, desde luego: ni siquiera en estos tiempos de democrática ignorancia. El quid, al final, es la distinción: también en la vida. Saber elegir la disposición de nuestro tiempo, y saber que si sobra, nunca lo haremos bueno. Un Blogger no es un escritor, no es un profesional de la información, y tampoco es un dechado de virtudes: no tiene motivos por que responder de la carencia que muestre en ninguno de estos ámbitos. Cuestión cronológica: estudio, lectura, observación; luego, si gustan: piensen, opinen, incluso escriban. Desde mi punto de vista es sólo un pasatiempo. Y a veces, también, un desahogo, una distracción, una válvula de oxígeno. Con el blog aprendo a escribir, aunque poco a poco; y también a leer, que no es lo mismo que deletrear. Hay cosas que no enseña una titulación, y si la vida: muchas más, por cierto. Mediante el blog, uno se toma la molestia de escribir correctamente, aunque no siempre se consiga. Se amplia vocabulario, aunque nunca se ame por igual a todas las palabras: extraordinario parecido a lo que ocurre con las mujeres. Me gustan los blogs, porque se conoce a la gente: si no personalmente, sí, sus rasgos más característicos. Hay tantos caracteres como personas: unos atraen; otros, simplemente, repelen. El endiosamiento, el narcisismo, la prepotencia no dejan de ser facetas humanas: no hagan de su crítica el enjuiciamiento, en ocasiones injustificado, de una mera sinécdoque.
En el imprescindible blog de Juan Pedro Quiñonero, porque sabe, porque escribe bien y porque hace la vida más interesante, encuentro en los comentarios a uno de sus post, este poemilla de Jaime Gil de Biezma:
"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra".
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En el imprescindible blog de Juan Pedro Quiñonero, porque sabe, porque escribe bien y porque hace la vida más interesante, encuentro en los comentarios a uno de sus post, este poemilla de Jaime Gil de Biezma:
"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra".
3 Comments:
Se agradece la imprescindibilidad (sic), oye,
Q.-
PS. Temos que nadie sea imprescindible.
Se agradece la imprescindibilidad (sic), oye,
Q.-
PS. Temos que nadie sea imprescindible.
Es un honor, señor Quiñonero, un verdadero honor.
Se queda uno sin palabras, justo, cuando más las necesita.
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