Para el chico, para la chica, para los dos...
Los seguidores del Real Madrid podemos estar de enhorabuena. Si no por el juego desplegado por sus futbolistas, sin duda, sí por la profusión de buenas ideas que se incuban en el seno de su directiva. Dado que el equipo está bastante frío, es de suponer que han querido que al menos se calienten sus aficionados. Tanto en el diseño masculino, como en el femenino, aparecen sendos escudos de la entidad blanca. El modelo para la señorita con buen gusto futbolístico será negro, sedoso, elegante, sugerente cual mininas de la noche; el del caballero, en cambio, será blanco, inmaculado, de mucho recato y poco realce. Se viene diciendo desde hacía tiempo: lo importante es hacer una piña. Donde sea.
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La mesa y el trato en ella es asunto extraordinariamente delicado que se viene masticando desde hace siglos. Si bien a pesar de lo mucho que se ha comido desde entonces, el personal mucho no ha mejorado, ni querido hacerlo, en el ámbito de sus modales.
En este interesante artículo de una revista femenina, que son las que más gustan a los hombres, he encontrado algunas normas de urbanidad, decoro y gran compostura en un banquete ideadas nada menos que por Leonardo di ser Piero da Vinci. Les copio algunas:
"Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a ella, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
No se debe tomar comida del plato de su vecino a menos que antes haya pedido su consentimiento.
Tampoco hay que poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo, ni se debe limpiar su cuchillo en las vestiduras de su vecino, ni escupir frente a él, ni tampoco de lado..."
En fin, todo un compendio de delicadeza y buenas costumbres para gente fina, de esa que tanto ha abundado y aún abunda por todas partes. Cada vez en mayor número, por cierto.
Al hilo de semejante tema me viene ahora mismo a la memoria, por ejemplo, una anécdota que cuentan a menudo en mi tierra de la que no puedo afirmar un ápice su veracidad, pero sí que en ella late bastante verosimilitud. Estaban don Juan Carlos y doña Sofía hace años invitados en esta tierra leonesa para inaugurar una de esas cosas que los leoneses inauguramos con tan poca frecuencia, y, tras el pomposo acto oficial, las autoridades locales, en el almuerzo, invitaron a tomar a Sus Majestades las tradicionales Sopas de Ajo. Iniciado el convite, la Reina se debió de sobresaltar en demasía, pues todos a su alrededor tomaban la sopa de un modo muy, muy curioso: la sorbían, además sin escatimar en ruido. Ante el gesto de sorpresa de la Reina, el Rey levantó la cabeza, y, mirando a su alrededor, debió de decir: Sofía, adonde fueres…
Aunque hay que decir que si alguien ha descrito con exactitud e irónico acierto lo que ha de acontecer en una buena mesa, ese ha sido el señor de los artículos, don Mariano José de Larra, que Dios tenga en su mesa, per saecula…
Absolución: “no existe la educación perfecta”, José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, supongo que para descargo de tantas y tan buenas conciencias.
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