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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

13 noviembre 2006

Telarañas.

Una de las cosas que mas me irritan cuando estoy paseando son las telarañas, me soliviantan el alma pecadora, me dañan la vista, se arrogan toda mi atención, pero ellas como si nada, como si no molestasen, yacen inerrantes en las papeleras, entre las verjas de los parques, en las señales de tráfico, en las farolas…

Por desgracia todo esto no suscita crítica en nuestras aviesas mentes, y nos conformamos con una apariencia de conservación, y digo apariencia, porque el hecho de que haya telarañas, denota descuido y negligencia en el cuidado de nuestros bienes, de verdad, ¿es que nadie se da cuenta de que nos están invadiendo las telarañas? ¿a nadie le aflige éste problema?, ya forman parte de nuestra vida, de nuestro entorno, y nos miran estupefactas al darse cuenta de que las ignoramos, de que pasamos por delante de ellas como si nada, como si formasen parte del paisaje o pagasen impuestos como un contribuyente mas.

Pero esto no es todo, que va, ni a un conspicuo observador como yo, le causaría mayor daño en su estudio del paisaje si no fuera por sus efectos secundarios, porque también los tienen, espero que no seáis de esas mentes sensiblonas como la mía que cuando leo los prospectos de los medicamentos me angustio y sufro en silencio, como las sonrientes señoras del medicamento para almorranas, toda la retahíla de consecuencias que estipula dicho papelillo, llegando a creerme que sufro todas y cada una de ellas, así pues precaución al leerme, no tenéis porque sufrir mis mismos males, el mío es un mal de alturas y difícilmente me desaparecerá.

El principal efecto secundario que encuentro en las telarañas, va a recaer con todo su peso sobre mi pelo, uno hasta cierto punto es coqueto, no miro mi reflejo en todos los portales como algunas mujeres, ni me paso media mañana antes de salir de casa en el baño acicalando y adecentando mi imagen, pero hasta cierto punto soy ciertamente maniático y me muestro bastante reticente a que una mano ajena me toque el pelo, con lo que uno muy modestamente puede salir como le venga en gana de casa, pero ojito con el pelo ¿ok?, enterados quedáis.

Dicho efecto secundario, radica en lo molesto que es pasear sin ninguna clase de cuidado, desprevenido totalmente, orgulloso de la trabajosa elongación del flequillo que con tanto esmero has conseguido y que ha causado un regocijo en tu ego interno al contemplarte reflejado en el espejo antes de salir de casa. El caso es que cuando uno pasea ve las telarañas quedarse atrás, ahí quietas, sin posibilidad de estorbo ni daño alguno, pero os equivocáis, pasará el tiempo y llegaréis a una estrecha acera, delante de vosotros, a unos metros, observareis que se acercan apetitosas hembras para los que me leéis, o apetitosos machos cabrios de pechos velludos para las que me leéis, y empezará el espectáculo, a medida que os acercáis se acentuará vuestro andar, adoptareis aspecto externo duro de indiferencia en vez del de esclavo del amor que os corresponde con las características del objeto sexual que se acerca , salivaran vuestras bocas, explotaran vuestros anhelos sexuales mas profundos, entonces levantareis la cabeza cuan pavos reales levantan su plumero unos metros antes, y en vuestro descuido pasareis al lado de una señal de tráfico o una pared descuidada, y ya no habrá nada que hacer, tu pelo quedará en el interior de la red, el cazador cazado, y la telaraña se extenderá por todo tu cabello, y tratarás desesperadamente de quitártela de encima pero es inútil, tu pelo estará perdido, incluso parte de la telaraña te rozará la cara causándote cierto pavor, tratarás de aguantar el tipo como si no ha pasado nada, pero te dará la sensación de que te miran, de que la telaraña te ha desfigurado por completo, y entonces yerras y lo haces, tus manos se van al pan, desharéis el trabajo hecho, primero pasarás suavemente para no despeinarte la mano por el cabello, y notarás que sigue ahí, con lo que tus impulsos de belleza impoluta te constreñirán a volver a hacerlo, pero te dará la sensación de que se te ha metido en lo mas profundo de tu cuero cabelludo, con lo que llegados a éste punto os dará igual, meteréis la mano briosa o encabritadamente, dándoos igual el depurado trabajo conseguido, y ahí estaréis en medio de la calle, a dos manos, tratando de quitaros las telarañas en muchos casos ya imaginarias, pues ya a la primera atinasteis aunque no os disteis cuenta…

Con lo que uno termina el paseo hecho un fiasco en cuanto al pelo se refiere, eso si, sin telarañas en la cabeza, por si acaso, un saludo a tod@s.

2 Comments:

Blogger Erayo Peroyano said...

Lo que más me molesta de toparte con uno de esos hilillos de telaraña que cuelgan del mobiliario público es que al intentar quitártela de donde sea que te haya caído -cosa bastante inútil por otra parte- dado que las personas que te rodean no ven la telaraña, lo que parece realmente es que estás desarrollando un extraño baile con las manos frente a la cara, y llegan a la conclusión de que deberías de pasarte por el diván de alguno de esos psicoanalistas de los que habla Gimbernat en el artículo que has incluido en el post que precede a este. Por cierto, va a ser verdad lo que dicen los civilistas de que a los penalistas les sobra tiempo por tener un código más reducido... dado que en vez de estar lidiando con el error de tipo y el de prohibición (Javi, ya sabes por qué aludo a estas dos figuras, que en una clase de penal contribuyeron a añadir otra neurosis a tu subconsciente dominador ¿sabes a qué me refiero verdad?, jeje), se dedican a psicoanalizar el psicoanálisis que reciben de su psicoanalista que a su vez fue psicoanalizado por los más eminentes psicoanalistas de la Asociación Internacional de Psicoanálisis froidiana.

He aprovechado y en un solo comentario te comento dos posts. Esta uno ya para poco.

Un saludo.

martes, 14 noviembre, 2006  
Blogger Javi said...

Buenas Roberto, ya te digo, la gente cree muchas veces que le falta a uno un tornillo, pero es inevitable, es realmente molesto, no las ves, notas su presencia, cuando menos te lo esperas se te enredan, son como los funcionaroos de hacienda o peor por que al fin y al cabo hacienda somos todos, o eso dicen,jejeje.
Espero que te haya gustado el artículo, la verdad es que el verdadero psicoanalista se sentiría psicoanalizado a su vez,jejeje, lo puse porque me pareció interesante y supuse que en especial a ti y a Jose os gustaría bastante, y a lo mejor hasta os es util, que se yo, siento haber tardado tanto en contestar, a mi como a ti también se me acaba el tiempo.

viernes, 17 noviembre, 2006  

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