Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

01 agosto 2007

Detalles.

Vivimos en la sociedad de los detalles, de las bagatelas, de las minucias inapreciables e inconsistentes, lo cual resulta descorazonador, al menos en ocasiones. Pero la duda surge al preguntarnos qué entendemos por detalle. Para algunas personas el detalle es lo más importante, pues sistematiza a la persona, su entorno, sus gustos y, a la vez, les sirve de diferenciación respecto a la generalidad global que nos imbuye cotidianamente. Para otras personas, en cambio, el detalle pasa desapercibido, como si no fuese importante, como si no quisiese decir nada de alguien o algo, como si formase parte de un paisaje de significación inerte.

Respecto a lo que se refiere a mí, me encuentro en una postura ecléctica. Me explico, me fijo en el detalle en cuanto a las personas, en cambio, no le doy importancia respecto a la decoración de una determinada habitación, pues esos aspectos los considero de jurisdicción femenina y a su buen ver, hacer y decorar me subyugo con afabilidad. De todos modos, el detalle decorativo se puede sistematizar dentro de lo que podemos llamar gustos personales, sobre los que, como sabéis, no hay nada escrito y, no voy a ser yo quien empiece.

El detalle en las personas es otro asunto. Aquí ya hay que hilar más fino, con más criterio, utilizar ese ojo clínico del que la sabia naturaleza doto a unos más que a otros. Una cosa veo clara y, es que el detalle delata, bien nos encontremos ante una persona habilidosa, inteligente, hipócrita, con buen trato social o bien con alguien más torpe en los avatares de la escena diaria.

En los hombres el detalle es mero deuteragonista, pues tenemos menos pericia en dominar nuestro carácter, no guiarnos por nuestros impulsos o controlar nuestras emociones en un momento dado. No es que seamos menos hipócritas que las mujeres, sino que llevamos escrito en nuestro semblante todas nuestras circunstancias, si somos afortunados en el amor o indigentes de amor correspondido, si tenemos venerado a Baco o, en cambio, a Minerva, si escuchamos las falacias de Francino en la Ser o las diatribas de Losantos en la COPE, en cualquier caso, “se nos ve el plumero” y, cuando tratamos de disimularlo, en la mayor parte de los casos empeoramos la situación de que se trate.

Las mujeres, en cambio, están echas de otro material mucho más complejo, sinuoso o elaborado. Para la mayoría de los hombres, entre los que me incluyo, el mayor problema radica en que las féminas vienen sin manual de instrucciones, lo cual, dificulta enormemente la necesaria comunicación entre ambos sexos. Precisamente, acabo de leer un reportaje referido a que las grandes empresas han descubierto un nuevo filón en el mercado que se abre paso como la mantequilla ante el refulgente filo del cuchillo y, éste no es otro que las mujeres, su comportamiento irracional ante las embriagadoras rebajas, sus pautas consumistas, su deseo de diferenciar, separar, ser ellas mismas…Dichas empresas, han puesto manos a la obra a hordas de psicólogos a investigar sobre la psyque de la mujer en el ámbito del consumo, el resultado, móviles para ellas con carcasas intercambiables, para tener un modelo conveniente a cada ocasión. El artículo se refería a que el hombre probablemente se conformaría con la carcasa negra y ya no la cambiaría, pues claro, por quien nos toman. La mujer en cambio, necesita distinguirse de sus semejantes, por ello, aunque tengan el mismo móvil que sus amigos, lo quieren más personalizado –yo supongo que como los novios, escogen a un desgraciado parecido al de sus amigas (vamos, que pegue en el grupo y no dé mucha guerra) y luego lo personalizan a su gusto poniéndole la carcasa que les salga de la doble púrpura de sus pezones –Neruda dixit-. Algunas multinacionales, avezadas en la captación de eventuales clientes, incluso ofertan modelos con espejo incorporado, para que si les sorprende el Brad Pitt de turno en el metro, gracias al espejito mágico, puedan “metamorfosearse” a tiempo de que los ojos de la víctima se fijen en su verdugo.

El tema da juego y no descarto volver al mismo en un futuro no muy remoto, buena tarde. Me torro, que barbaridad.