Esto es lo que muchos piensan sobre el cine español, pero sólo unos pocos denuncian: Ignacio Camacho, quién si no. Existe la opinión, generalizada, de que nuestro cine es cómico y campechano; como el protagonizado, antaño, por Landa, Martínez Soria y la caterva de cantautores de andamio chulapo. Sin embargo, la hilaridad cinematográfica española, en la actualidad: es rancia, insulsa y está cargada de crítica política y social unidireccional. Esto es: la derecha tradicional, la religión y el nivel cultural de un país del que la industria cinematográfica desciende. Quizá no se han dado cuenta, aún, de qué es lo que interesa al espectador. Se entiende que nuestro cine no llegue, no cale o no guste al foráneo; pero preocupa, e inquieta, el mismo resultado en un público, tan selecto, como el nuestro.
El cine español es una copia, mala, de nuestra buena literatura; cuando había tal en nuestro país. Y, como tal, esperan un reconocimiento de posteridad. El brindado hogaño no terminan de creérselo, cuando es poco probable, que mejore en tiempos venideros.
El cine español es una copia, mala, de nuestra buena literatura; cuando había tal en nuestro país. Y, como tal, esperan un reconocimiento de posteridad. El brindado hogaño no terminan de creérselo, cuando es poco probable, que mejore en tiempos venideros.
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