Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

28 octubre 2008

La tribuna del Domingo de Gustavo Martín Garzo es, sencillamente, excelente. La leí más despacio de lo habitual, porque me daba una pena horrible terminarla. Desafortunadamente no experimento la misma sensación, ni siquiera aproximada, ante todo lo que desfila ante mis ojos. No abunda lo bueno.


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Estupendo artículo de Cuesta, como todos los suyos. Me llamó especialmente la atención el sintagma señoritingo mesetario, muy apropiado, además, que utilizó para describir las ínfulas de grandeza de los nuevos ricos castellanos. Me hizo recordar una anécdota que en segundo de carrera, en la asignatura de Economía Política, nos contó el catedrático, por lo general poco dado a excesos anecdóticos, y que, desde luego, recibíamos con gran entusiasmo sus alumnos. Aseguraba don José Luis, borde, sarcástico y con una de las miradas más inteligentes que mi persona haya podido observar en la vida, que cuando se vino a vivir a León con su mujer, que era de Barcelona, tuvo que cambiarla, con el acostumbrado cariño, tan alejado del que profesaba a sus alumnos, el horario. Al parecer, la buena mujer, se disponía a poner el despertador todos los días a las cinco y media de la mañana, para, de ese modo, ir a hacer la compra a las seis. Mi profesor tuvo que explicarla, supongo que con gran esfuerzo, que en este apartado rincón de la península, a las once de la mañana, y no a las seis, hay establecimientos que aún no han levantado su persiana, ¡y que se quejan de cómo está la vida! (esto último lo pone el menda). A mí me fascinó; un servidor, habría sido un buen catalán. Supongo que les habrán contado ese viejo chiste que afirma que el modo más efectivo para conseguir meter a cien catalanes en una cabina de teléfono, es tirando una pela dentro. Pues bien, yo, seguramente, habría sido el primero en meterme dentro. Es pecado viejo y castizo presumir de lo que se carece, como nos recuerda el dicho. Pero llevamos demasiados siglos arrastrando tal losa. Afirmémoslo, es genético. Además, en esta vida, todo lo que verdaderamente tiene valor tiene un precio, obviedades a mí. Y sólo el que lo paga, sabe a lo que ha tenido que renunciar para conseguirlo. Presumir es devaluar. Y a ojos del entendido, demostrar que no se tiene de qué. Nos vendría bien a todos pasear en el utilitario.



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Así no:

Se trata de la nueva campaña de las juventudes populares. Predicando sin ejemplo. Sin inteligencia. Sin elegancia. Hace unos meses, muy compungidos, criticaban al PSOE por hacer un vídeo ridículo, tonto, infantil. Y lo era. Aunque ZP, en su día, dijo que era simpático. Y quién se va a mofar de un hombre que lee El País y escucha La Ser todos los días, y disimula tan bien esa basta cultura. En cualquier caso, apartándonos de lo que ya no tiene remedio, deberíamos estar orgullosos de ambas juventudes: son un fiel retrato de lo que representan.