Estoy de acuerdo con Sarkozy: yo tampoco creo que Zapetero sea muy inteligente. Es más, estoy completamente seguro de que no lo es. Y pongo ejemplos: su vocabulario limitado; su expresión lenta, trabada, como para ancianitos y personas cortitas de entendederas; su precariedad lectora y cultural: “leo El País y escucho la SER todos los días”, dijo en una ocasión con cierto orgullo; su buen tino a la hora de escoger ministros (ninguno está para hacerle sombra, precisamente)... En fin, podría añadir, incluso, su sonrisa bobalicona; pero en este contexto no me vale, porque me considero una persona objetiva. Aunque ustedes ya saben, estoy seguro, donde tenemos las personas el espejo del alma.

Ahora bien, que tenga que ser un gabacho bajito, feo y, dada su diplomacia, compostura y envidiada reserva, dotado con una inteligencia que tampoco está precisamente para mostrarla en una feria de lumbreras quien lo diga... me hace exclamar, compungido: señor presidente francés, ¿por qué no se calla? Se creerá usted, con mis respetos al máximo, que tendría la señora que tiene si se dedicase a vender chapatas en mi barrio…