Dónde comenzó todo, y más, pero peor, de lo mismo
En el año 2005, volviendo de la Universidad, y aprovechando un descuido en el que pasaban pocas muchachas, posé mi instintiva vista en la portada de una revista que, por aquel entonces, se debía de vender como churros, y la compré. Llegaba a los quioscos cada tres meses, como las notas al ingente esfuerzo realizado por los estudiantes, y solía tratar de temas diversos, interesantes y sumamente útiles como la propia vida. Pues bien, después de casi cinco años, y desaparecida ya la revista Muy especial, he estado leyendo el número titulado Historia de la tierra, del big band al origen de la vida en nuestro planeta. Y tengo que decirles que me ha costado un huevo. Y de los grandes. Una retahíla de compuestos químicos, gaseosos y minerales, servidos juntos pero no revueltos, aunque tratados con aparente sencillez para que lo entienda un lego en Ciencias, como el menda, han hecho de su lectura en estos días un verdadero calvario. A pesar de leerlo con gran interés y detenimiento, la verdad es que no me han quedado muchas cosas en claro. Y eso que venía con dibujitos explicativos. Incluso me resultaron, en su día, más amenos los tratados de Derecho Administrativo de don Eduardo García de Enterría, maestro de maestros en el Derecho que rige la cosa pública.
Para hacer de este sitio algo variado, y para que vean que lo mismo les hablo del pesimista mal informado de la Moncloa que del primo de Rajoy, les voy a colgar unos pequeños y sencillos textos que en la revista, por supuesto, venían ilustrados, y que me parecen de culturilla general, sobre los escenarios en los que pudo gestarse la vida. Aunque la revista se ha quedado desfasada en ciertos aspectos, ¡ya tenemos información sobre Marte!, hay que agradecer que determinados enfoques continúen felizmente como siempre.
Para hacer de este sitio algo variado, y para que vean que lo mismo les hablo del pesimista mal informado de la Moncloa que del primo de Rajoy, les voy a colgar unos pequeños y sencillos textos que en la revista, por supuesto, venían ilustrados, y que me parecen de culturilla general, sobre los escenarios en los que pudo gestarse la vida. Aunque la revista se ha quedado desfasada en ciertos aspectos, ¡ya tenemos información sobre Marte!, hay que agradecer que determinados enfoques continúen felizmente como siempre.
Estos son los ámbitos en que pudo alumbrarse el hombre que, en su compleja evolución, a día de hoy, ve telebasura, no lee nada, viste como los monos de los que procede, se comporta, en ocasiones, como lo hacen los animales y, si pudiese, y no estuviese obligado a ello, no haría absolutamente nada productivo durante toda su existencia:
"En otro planeta: la vida pudo aparecer en otro planeta, como Marte y llegar hasta la Tierra a lomos de una roca marciana que salió despedida de la superficie del planeta a causa del impacto de un gran meteorito.
En el mar: de haberse fraguado aquí, la vida habría hecho sus primeros pinitos en las profundidades oceánicas, muy cerca de las llamadas fuentes hidrotermales y a salvo del impacto de los meteoritos.
En el hielo: el profesor alemán Hauke Trinks dice que la estructura porosa del agua de mar congelada ofrece un compartimento donde se retienen burbujas de gas y elementos para edificar la vida.
En la arcilla: los científicos han demostrado que la montmorillonita, una arcilla común, cataliza la síntesis de oligonucleótidos de ARN. El barro pudo ser así otro lugar donde se modeló la vida.
En agua dulce: una última hipótesis defiende que la vida puso surgir en el agua dulce, eso sí, alterada por la actividad geoquímica. Éste es el caso del agua sulfurosa de los géiseres y fumarolas volcánicas".
Espero que les haya resultado curioso el asunto. Dicho esquemilla, se engloba dentro de un artículo titulado Milagro en el mar, rubricado por Enrique M. Coperias, y es uno de los más claritos del monográfico, aunque, a pesar de ello, uno no despeja las suficientes dudas como para ir a dárselas de listo a una cafetería con una de esas guapas chicas de letras, que son las que he frecuentado durante gran parte de mi vida. No sé si me saldría más rentable cambiar de revistas o de mujeres.
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Este fragmento de artículo de un hombre que ya no está, pero cuya pluma aún pesa demasiado: “El tabaco va siendo ya un vicio de pobres y la España de Felipe es pobre. Se pueden subir los coches, que la gente ya tiene uno para llevar la suegra a Morata de Tajuña, que se ventile la momia. Se puede subir lo caro, que a los del pelotazo todavía les queda la última calderilla de Mario Conde para comprarse relojes suizos, relojes que hasta te dicen qué año te va a dar el infarto. Se puede subir la lencería fina, ahora que vuelve a hacerse el amor con la luz apagada, como manda el Papa Wojtyla, y da igual llevar las bragas viejas. Se pueden subir las corbatas, porque la gente ha encontrado otras maneras de ahorcarse. Se puede subir la gasolina, que todos necesitamos bajar lípidos y nos conviene empujar un poco el coche. Se puede subir la brillantina, ahora que ya nadie va a imitar a Mario Conde. Se pueden subir las compresas y que se arreglen con el corcho del champán de Nochevieja. Se pueden subir las sardinas, que el gentío ya ha aprendido a comer caviar gratis en los cócteles. Se pueden subir los teatros, que la gente de todas maneras no va a ir. Se puede subir el cine, que Hollywood seguirá copando la Gran Vía. Se puede subir lo caro y lo superfluo en general, se puede subir lo innecesario y lo caprichoso, que de todo eso nadie va a prescindir, pero lo que no se puede es subir el tabaco”, Francisco Umbral, El tabaco, ¡año 1994!, releyendo al maestro uno se da cuenta de lo mucho que nos parecemos a esos roedores cuyo principal entretenimiento es correr en el interior de una rueda giratoria. Pero, ¿nos movemos realmente?
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