La trova sin trago se traba
.
En Cuba no hay, ni ha habido nunca, disidente alguno. Digan, pues, conmigo, y a voz en grito: ¡viva el comunismo, y viva Fidel Castro!, ese longevo gallego. La gente cubana es feliz, en contra de lo que muchos creen, viviendo rodeados de un paisaje idílico, a ritmo de son, guajira, rica salsa o sabroso merengue. Todo el mundo sonríe. Todos tienen un trato afable, delicado y exquisito en el que impera un respetuoso usted tan desgraciadamente olvidado por estas tierras. El sol siempre brilla, claro. Y parece que todo buen ciudadano ha nacido con un instrumento bajo el brazo, y con un extraordinario talento para interpretarlo. El denostado régimen irradia cultura por doquier: ingenieros, médicos, buenos escritores… El observador puede caer en la tentación de identificar el hermoso paraje con ese paraíso bíblico del que tan infaustamente, por asaz pecaminosos, fuimos expulsados. Pero hay un pequeño, minúsculo, casi insignificante detalle: algo hiede en ese sublime ambiente aparentemente improvisado. Los músicos posan con sus mejores galas. Coloridas camisas, pantalones bien planchados, grandes y llamativos relojes en sus muñecas…pero, oigan, ¿y las personas que salen al fondo? Sus prendas no parecen de fina tela, precisamente. También se habla, y es cosa muy normal, de la inmanente riqueza de la isla: excelente comida, inigualable bebida, mujeres hermosas de pechos turgentes y caderas ardientes…pero, ¿y las libertades? ¿y la represión contra el meramente discrepante? ¿y la enorme, evidente, y apreciable pobreza… que aunque no rima, linda con miseria? La segunda ciudad de la isla tiene un aspecto vagamente rural (probablemente, como la primera): ¿dónde están las bondades y virtudes de ese sistema económico tan perfecto, inocuo y exento de inicuos peros? El capitalista es corrupto por naturaleza, bien: pero ¿la fortuna de ese señor de barbas hirsutas y chándal adidas tendría en la lista Forbes cabida? Y hemos hablado de lo que todo el mundo ha visto, por supuesto; pero, en ese hermoso documental, y es hermoso de verdad y sin ironía, basado fundamentalmente en su deliciosa música, ¿no echaron de menos a los mejores músicos que ha dado la isla de Cuba? Bien, la cuestión es bastante obvia: sencillamente, allí ya no están…y ni siquiera se les espera. Algunos se desencantaron del régimen, cierto; pero otros, fue el régimen quien se desencantó de ellos. En el vídeo salieron viejos afines, conocidos comunistas; jóvenes promesas sin criterio político definido (todavía); también se mencionó, todo un detalle, a quien no discrepando abiertamente no puede presumir de padre, ¡porque menudo padre!; pero, y esto hay que tenerlo muy en cuenta, sobre lo mejorcito, lo rico, lo más granado artístico-musicalmente hablando, se corrió firmemente ese espeso manto del olvido. Dicen que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Y, desde luego, creo que todos hemos escuchado en el reportaje el profundo y significativo sonido del silencio.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home