Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

14 marzo 2011

Salmodia

Las noches en un hospital son largas y tristes. Las unidades de tiempo parecen corresponder cada una a su inmediata superior. El segundero se desplaza forzado, a empujones lentos y pesados. Y las horas, esas señoronas, dan la impresión de estar detenidas en un lapso etéreo interminable, indefinido, y que ciertamente agota. Al mirar hacia la ventana, a intervalos frecuentes, uno observa las distintas tonalidades que el cielo protector va adquiriendo. Y cuando ya llevas un buen rato, quizá demasiado corto pero extraordinariamente intenso, no queda nada más que agradecer la belleza cromática de una oscuridad que se desvanece ante la intensidad lumínica de un nuevo día, sin duda como metáfora de la vida y ese movimiento que, a través de ella, realizamos todos los hombres. El universo matemático, artístico y enigmático se manifiesta en estos pequeños detalles: no por eternamente repetitivos, menos fascinantes. Además, hay que tener en cuenta la acústica de Chronos. El silencio que rodea esa insignificante escena la envuelve en un halo casi litúrgico. La dignifica. La otorga un carácter taumatúrgico, como si asistiéramos silentes, respetuosos y sobrecogidos a un ritual druídico en Stonehenge, a un aquelarre de meigas en los bosques gallegos o a una incesante orgía iniciática de místicos masones. La contemplación puede llevar, y de hecho lleva, con igual deleite al encuentro de la razón o a la pérdida de la cordura. Pero vivir es pensar en cómo hacerlo. Y habrá a quien resulte irrisorio ser consciente de su respiración, de sus sentidos, o de sus propias constantes vitales, pero cuando falla esa especie de comunicación con uno mismo, es bastante probable que, a veces sin saberlo, nos estemos despidiendo de éste vulgar mundo.