Conductas
Después de todo, está ilusionado. El hecho de que sea su primera vez, que no sepa muy bien cómo va a ser recibido, y que el buen término de la experiencia dependa de múltiples factores ajenos e impredecibles, no le está impidiendo disfrutar de unas inmejorables expectativas que, en calidad de hermano, trato, me temo que en vano, de rebajar un punto por debajo de lo esperado. No habla en mí la voz del pragmático, del escéptico convencido, ni la de ese fastidioso prudente que incordia el motivo de todas las celebraciones, sino, más bien, una intuición recurrente que me dice que el hálito dorado de nuestras esperanzas choca frontalmente con el sabor amargo que, generalmente, ofrece habitar estas realidades.
En el XL de esta semana leo una interesante afirmación que lo mismo tiene aplicación fuera del atractivo mundo animal:
“Los perros nos miran a los ojos. Nos inspeccionan en busca de información con descaro. Los lobos, sin embargo, evitan el contacto visual; lo consideran una amenaza. La capacidad del perro de buscarnos la mirada fue uno de los primeros pasos en su domesticación: escogimos a quienes nos miraban”.
Ahora, si no es mucho pedir, trasladen conmigo estas palabras al ser humano, y a su siempre variopinto método de selección de parejas:
Contacto visual
Ellos: me mira, ergo… la tengo rota (ay, pardillo narcisista…)
Ellas (más elaborado, claro): me mira fijamente, ergo… es sincero, ¡atento!, ¡¡la mar de majo!!, ¡¡¡e incluso parece que me escucha!!!
Información íntima de los rostros
Ellos: yo me la tiraba
Ellas: es mono
La dirección de las miradas
Ellos: ahora que parece que mira voy a poner mi culo garbancero en pompa, no vaya a ser que hoy pille.
Ellas: este cerdo me está mirando las tetillas, ¿me indigno e insulto a su mama o me cuadro y le saco un ojo?
El amor: ese maravilloso y noble concepto.
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En el XL de esta semana leo una interesante afirmación que lo mismo tiene aplicación fuera del atractivo mundo animal:
“Los perros nos miran a los ojos. Nos inspeccionan en busca de información con descaro. Los lobos, sin embargo, evitan el contacto visual; lo consideran una amenaza. La capacidad del perro de buscarnos la mirada fue uno de los primeros pasos en su domesticación: escogimos a quienes nos miraban”.
Ahora, si no es mucho pedir, trasladen conmigo estas palabras al ser humano, y a su siempre variopinto método de selección de parejas:
Contacto visual
Ellos: me mira, ergo… la tengo rota (ay, pardillo narcisista…)
Ellas (más elaborado, claro): me mira fijamente, ergo… es sincero, ¡atento!, ¡¡la mar de majo!!, ¡¡¡e incluso parece que me escucha!!!
Información íntima de los rostros
Ellos: yo me la tiraba
Ellas: es mono
La dirección de las miradas
Ellos: ahora que parece que mira voy a poner mi culo garbancero en pompa, no vaya a ser que hoy pille.
Ellas: este cerdo me está mirando las tetillas, ¿me indigno e insulto a su mama o me cuadro y le saco un ojo?
El amor: ese maravilloso y noble concepto.
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