Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

16 noviembre 2010

Ni sentir, ni estar, ni parecer, sino todo lo contrario

Hay realidades, circunstancias, hechos o momentos que nos desbordan. Aunque sean bastante predecibles. Y ante la incapacidad de afrontarlos, nos invade un estado de ansiedad generalizado que nos paraliza y nos inutiliza incluso para las labores más simples o gratas. Sean éstas necesarias o, por el contrario, absolutamente prescindibles. Eduard Punset asegura que esta situación se produce por efecto del estrés. Otros, como Enric González, opinan que puede deberse a razones más freudianas. En cualquier caso, y con independencia de la explicación teórica por la que se opte, a veces, simplemente, es necesario moverse. Dando igual el camino, el destino, los acompañantes, y hasta las circunstancias concomitantes a unos y otros. El quid, y además es lo más razonable, es no estarse quieto. Ni física, ni psíquicamente. Ergo, convengamos entonces, que la muerte podría definirse como la mera falta de movimiento. ¡Dejaríamos, por fin, de llamarla metáfora!

“Freud atribuía al principio del placer los impulsos más básicos: queremos conseguir el placer y evitar el dolor.

(…)

Sin embargo…

El doctor vienés consideraba que en situaciones de altísima tensión, cuando la realidad se hace insufrible, las personas esgrimen una pulsión opuesta a la del placer. Se trata de la pulsión de muerte. La persona (…) desea desaparecer, autodestruirse, convertirse en nada, para resolver una tensión que no es capaz de afrontar”.

Enric González, hablando, por supuesto, de fútbol.

Como yo.