Ni concierto
La izquierda manosea: no existe diferencia entre Intervención y Golpe de Estado. Y se hace sus preguntas, con su habitual, e Internacional, tono minero: ¿es que no van a reaccionar los pueblos? Preconizan, puños en alto, frente a Libertad, mayor Regulación: se evitarían excesos de sistema viciado y perverso. Ahorrar, es no crecer: por eso cuando MAFO hacía de edecán al abuelo cebolleta se cargaron con tanto gusto, y no poco discernimiento, la necesaria estabilidad presupuestaria. La pequeña reforma constitucional, supongo que en recuerdo de Francisco Umbral y el señor que casi se desglosa, implicará en adelante que los experimentos se realicen sólo con gaseosa. Además, la nueva fórmula europea vaticina abstención a cenas de gorrones no invitados. Pactos ad hoc, e in extremis, con voluntad reformadora, regeneradora, ejemplificante: prisas y coyuntura no pueden traer bajo el brazo un pan demasiado bueno. El río revuelto beneficia a menudo a los mejores: ah, la calidad del momento. Por mera experiencia: que en un futuro la voluntad de permanencia se troque revisable. ¿Y qué decir de las Agencias? Invento capitalista alumbrador de criaturas discutibles, juicios temerarios, y siempre invocando ese a beneficio de inventario. Pero la hija del pastor protestante, y el marido agrio, ya ha dejado claro que aquí las presiones las impone solamente ella. Y el señor con complejo de bajito, no dice nunca ni esta boca es mía: se supone, claro, que porque todo esto le interesa. Y en este panorama oscuro, turbulento, y varios puntos desconcertante, la gente se pregunta: ¿políticos o tecnócratas? Menos en España, claro, donde nos sobra mucha siniestra: tomamos calles, nos representan sindicatos, y la estirpe de la Pasionaria promete bulla, calor, y llantos.
Y es que como comprenderán, sobre todo en estas circunstancias, toda ayuda es poca.
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