Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

18 octubre 2011

Hormigueros humanos

Arquitectura y naturaleza, ¿extraña asociación o eterna fuente de inspiración? La actualidad artística, en cualquiera de sus manifestaciones, parece marcada por una asombrosa falta de originalidad. En cualquier parte del orbe, hoy día, se convocan concursos públicos de lindísimos proyectos con la dudosa pretensión de mejorar, decorar o, en cierto modo, travestir el paisaje. El resultado, cuando menos, resulta inquietante. Una avenida elegante se convierte en sitio asaz anodino, un coqueto paraje urbano que haya fagocitado un poco de Historia es prácticamente borrado del mapa, municipal y emocional, por la hórrida creación de algún iluminado analfabeto que erijan en su centro sin escatimar en placas, uno de tantos pulmones urbanos, cada vez más escasos, es sustituido por alguna creación vanguardista que sea lo último en copiar lo antiguo, y, ¿qué decir de esa ridícula moda de parecernos a países vecinos? ¿Dónde quedan las peculiaridades de cada país, de cada ciudad, e incluso de cada paisaje? Aquí en España, en cualquier ayuntamiento minúsculo, por paupérrimo que sea, se destinan ingentes partidas presupuestarias en proyectos que harán del lugar un sitio más europeo. Está justificación generalizada, tan integradora como ostentosa, ha dado lugar a que proliferen Palacios de Congresos, Aeropuertos ornamentales y costosísimos Tranvías (que son la última). Económicamente hablando ¿alguien se ha preguntado por la conveniencia, y no digamos la oportunidad, de todo este despilfarro?; y estéticamente, ¿alguien se ha tomado en serio valorar qué es lo que más gusta o disgusta al ciudadano desde un punto de vista meramente visual? Esta fantástica política de subvenciones en todo el panorama creador ¿qué ha alumbrado que merezca verdaderamente la pena? Los mecenas de nueva generación, por vía impositiva, pueden comenzar algún día a hacerse preguntas sobre el destino de unos fondos sobre los que raras veces son informados. Aunque, tal vez, para entonces no interese oír la respuesta.