Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

29 septiembre 2011

To be

Sueños, imágenes, quizá sólo espejismos un tanto borrosos. Hasta cierto punto me veo deambulando por una senda larga y desconocida en la más absoluta de las oscuridades. Y, de repente, llego a un determinado extremo en el que se me ofrece la siguiente dicotomía: ¿si doy un paso más estoy seguro de estar pisando terreno firme?; o, por el contrario, ¿caeré por un profundo y terrible precipicio? Difícil situación, sin duda. Aunque, mi inquietud, pueda tener su puntito fascinante desde una perspectiva meramente profesional. Un psicoanalista, por ejemplo, probablemente me diría lo siguiente. En un principio estoy solo, luego, es posible que no me guste afrontar los problemas en común, ni hacer pública una parte de mí que quiero mantener en el más estricto de los anonimatos. Pienso: pero pensar no siempre es una ventaja, además de no estar bien visto ni bien pagado, paraliza, congela, ralentiza el tiempo ordinario en la toma de decisiones, en la realización de un cometido, en ese vivir constante la eternidad que guarda todo instante. Estoy a oscuras: es decir, no veo realmente si estoy solo o tengo algún tipo de compañía, además de presentarse ese eterno interrogante de índole filosófica que nos azuza a responder sobre nuestro origen, pero también, y sobre todo, de nuestro pretendido destino. Una senda desconocida. No conocer es la afirmación exacta del miedo. Tememos lo desconocido, y tememos a los desconocidos. Por eso nos altera la falta de luz, un ruido que no identificamos, o las personas que nos son completamente ajenas, levantándose con premura un muro prácticamente imperceptible que nos impide acercarnos a los motivos de nuestro desasosiego, pero que también impide que sean éstos los que se acerquen y nos saquen tal vez definitivamente de dudas. Un muro, en fin, que cercena nuestra libertad, que reduce la altura de nuestro pensamiento, y que nos devalúa como seres humanos, dejándonos sin esas alas que nos proporcionan necesario descanso en la lejanía alcanzada cuando se hace verdaderamente insoportable la fatiga de lo cotidiano.