Trotzdem
En la ridícula consideración de que una persona pueda sólo existir en el momento preciso en que tenemos un encuentro con ella basamos estúpidas teorías paranoicas que nos inducen a pensar en un mundo aparte, no necesariamente alternativo, en el que el desalojo de nuestra propia presencia no tendría cabida alguna. Se trataría de plasmar una imagen, siempre ficticia, aunque nos la creamos, en la que el otro no viviría, no se relacionaría, no podría ser feliz y, en definitiva, no existiría, sin el consentimiento tácito o expreso de nuestro ser. Creemos fiel y firmemente en la importancia que tenemos, siempre sobrevalorada, en todo lo que a nuestro alrededor se mueve, pero descuidamos obscenamente esa misma realidad en los demás, minusvalorándola y, a veces, incluso despreciándola. El fenómeno ya no consistiría en creerse único, inimitable y, desde luego, insustituible, sino en despojar de las dudosas propiedades con las que tan pomposamente nos identificamos a nuestros queridos semejantes.
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