Comienzos
Sobre las 21:00 horas de ayer. Paseo corto. Parece que las previsiones electorales son más fiables que las del tiempo. Algunos, y con razón, cantan victoria antes de todo el recuento. Me acerco a la sede del PP leonés, a ver si tiran caramelos. Se ve luz dada, y mucho movimiento: si no fuera imposible se diría que estaban trabajando. Pasan coches entonando con el claxon un conocido soniquete glorioso-deportivo: la política, hoy día, es una aproximación real y dolorosa a un encuentro futbolístico en el que cada vez cuesta más advertir la diferencia entre árbitro e hinchada. Observo que llega más gente, y me largo: no vaya a salpicar la ilusión. De vuelta a casa. Algunas parejas jóvenes pasean despreocupadas sus perritos por barrios de igual antigüedad: resulta muy parecido gozar del cariño de una mascota al placer de ir a la moda. Encuentro con viejos conocidos, algo molesto: la conversación, en contra de mi costumbre e incluso de mis principios, deriva en el tiempo. Descubro en la misma que hace calor, que los días son más largos, que da gusto sentarse en una terracita a dar buena cuenta de una caña (remacho: y no como en Enero). Llego a ese sitio dulce. En la tele, no se lo van a creer, hablan de las elecciones. Veo un mapa de España color azul cielo, a unos políticos muy contentos, y a otros, desde luego, bastante tristes. No en vano, el estado de ánimo de los políticos nunca ha sido un misterio. Por lo demás, creo que es la primera vez que escucho de la boca de los propios afectados que han perdido unas elecciones. Otras veces, y no me digan cómo se las apañaban, nadie salía derrotado. En cualquier caso, espero que el personal, la gente de bien, el pueblo mayúsculo y soberano, no haya terminado muy fatigado con el guateque electoral, porque... no se harán ni una pequeña idea de lo que nos espera.
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