Anuevejota
Indignados, FCSE, Ministerio de responsabilidades. Argumentos sólidos: tomar la calle como rehén agradecido (ese síndrome sueco). Estética, higiene, educación: al fondo siempre lo han perdido irremediablemente las formas. En algunas plazas el fenómeno se estira: conveniencia de propagar mensajes antes de que se extingan. Simpatía y hartazgo, una separación meramente temporal. Acampada de malabares, disquisición política no pervertida y simposios de cultura libre: buscan prestidigitadores, moderadores, o tal vez un mago. Abundan silbatos, pantalones sin cintura, y rostros muy mal o muy poco afeitados. Se piden muchos, innumerables compromisos: con Saramago, todos se preguntarán algún día quién ha firmado eso por ellos. Un tal vez no es una negativa, todavía. Dado que el silencio otorga cuanto calla, la aquiescencia sólo puede llegar de un consenso imposible. Abortar la gestación de un movimiento antes de que la forma adoptada cobre en derechos. ¿Sí o no, a la vida?
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