Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

03 octubre 2011

Hallazgos

“Sueña con metas altas y volarás como las águilas. Eso debes hacer; alcanzar las cumbres de la vida. Busca al que sea sabio y aprende con él. Usa bien la ambición sin por ello dañar a nadie. No hagas que tengan que recriminarte en tu trabajo, hazlo siempre bien. E intenta ganar cuando te hagan competir. No te dejes avasallar por nadie y aunque hayas nacido en un hogar humilde, no te consideres por ello indigno. Si luchas con esfuerzo, conseguirás todo lo que te propongas. Y por último, cuida y protege a tus hermanos, llevan tu misma sangre… hijo mío, jamás olvides que tuviste un padre que te quiso más que a nada en el mundo, y que un día, orgulloso, te mirará desde el cielo”


Gonzalo Giner, El sanador de caballos. Porque no es conveniente nutrirse sólo de Montaigne.



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Casi no ha salido el sol pero ya vuelve a casa después de una larga caminata por la vera del Bernesga. Su paso nervioso me indica que no tiene toda la mañana para perderla en contemplaciones y ocasionales charlas obscenamente triviales. Sin embargo, no escatima sonrisas a vecinos, palabras amables a ancianas (aún más madrugadoras) y un encantador semblante de muchacha pizpireta cuando se cruza con algún guapo joven merecedor de sus sugerentes atributos. Es pequeña. Bueno, quiero decir que es más bien bajita. Y, como todas las de su estatura, y quizá también como todas las de su género, supongo que por alguna oscura y asombrosa tesis sociológica siempre fundamentada en los atavismos del pasado, adopta cierto aire de chulo y de pimpollo que se ha puesto el mundo por montera. Aunque resulta curioso, no obstante. Porque ante semejante panorama un hombre nunca sabe muy bien si adular el ejemplar, silbarlo con donosa soltura, o más bien salir corriendo. Yo, como soy un caballero, me aparto raudo, aunque quizá, y rezo para que lea esto alguna entusiasta feminista, menos por educación que por mirarla plácida y científicamente el trasero. Serán cosas de la edad, o serán cosas de la carne; pero de algo estoy seguro: y es que me niego rotundamente a echarle la culpa a la primavera.