Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

19 octubre 2011

En fin

Te ve llegar de lejos y se acerca con aire ausente pero diligente. No tiene prisa. Te escucha como si tus palabras fuesen lo más importante que le ha ocurrido y le va a ocurrir en el día. Y, sin embargo, su mirada te recorre con un tono que se acerca a la indiferencia, aunque pronto adviertes que sólo se trata de una timidez dulce y encantadora, de esa que lucen las ancianitas de novela, y que es tan difícil encontrar en quienes no tienen un rostro surcado de reveladoras arrugas. No se puede asegurar que sea bonita. Pero al observar su largo cabello atado con un gracioso moño, que viste unos adorables vaqueros ceñidos que ofrecen (es un decir) unos muslos más que apetitosos, y que su camisa a cuadros está desabotonada justo cuando la imaginación comienza a echar cuentas, en seguida se olvida que sus ojos sean demasiado pequeños, sus orejillas parezcan sendas piruletas, y su nariz aguileña mande recado de carácter poco dado a las confianzas, poco entusiasta de opiniones ajenas, pero extraordinariamente solícito a la crítica fácil con que la azuzan sus generosos prejuicios.


No obstante: póngame una caña, si es tan amable.


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La otra noche en la radio hablaban de sexo. Y como soy un muchacho bastante curioso, me puse a escuchar con cierto interés, aunque sin llegar del todo a emocionarme. Llamó un hombre de mediana edad. Aseguraba tener un problema y, además, aseguraba querer compartirlo. No creo equivocarme si afirmo que todos los oyentes conteníamos el aliento. Al parecer, tardaba más de tres horas en finalizar el acto sexual. Hubo alguna ironía jocosa por parte de los expertos. Mientras la presentadora, creo que inútilmente, trataba de contener el ambiente y dar al asunto la relativa formalidad que merecía. El hombre estaba serio. Y quizá, también, algo preocupado. Le preguntaron por algunas obviedades: ¿medicamentos, alcohol, falta de concentración tal vez? Respondiendo el hombre a todo negativamente. Y, al final, colgó sin haber encontrado solución a su desasosiego.


Convendrán conmigo, en que lo más llamativo del asunto no es que tardase todo ese tiempo en realizar ya saben qué: ¡Sino que lo considerase un problema!


Supongo que de ahí la dificultad para resolverlo.


PD: ¿y a quién no le habría gustado escuchar el punto de vista de su mujer?