-¿Chulo, yo?
-Y un machista.
-¡Machista, dice!
-Un machista mayúsculo.
-Le noto hostil y parco. Y eso que me callo la mitad de lo que pienso y escribo la mitad de lo que sé.
-Me sobra.
-Veo que lo suyo no son los argumentos. Ya sabe que no hay verdades impepinables sobre casi nada. Pero si además no se argumenta, el silencio es bien recibido.
-El que calla otorga. Y no es mi estilo.
-Pues abandone el silencio con elegancia, amigo; no para soltar pendejadas. Y, por cierto, búsquese un estilo.
-Peca usted de ignorancia.
-Lo sé. Y eso me diferencia.
Lean este fragmento de artículo de Félix de Azúa, publicado en El País el 14 de Abril: “Hace pocos días un amigo pasó por Madrid para conocer a la hija de unos colegas, una cría de tres años. Se citó con ellos en un restaurante de purpurina y aunque él es fumador pidió una mesa para no fumadores. Cuando se sentaron, todo el mundo fumaba a su alrededor. La niña tiene problemas de asma de modo que mi amigo acudió al encargado y le pidió otra mesa sin tanto humo. La respuesta del maître, un chico arreglado a la usanza chic hortera, le dejó helado: "Pero ¿usted ha venido aquí a comer o a tocar los cojones?". Paralizado por la baba de odio que goteaba de aquella boquita, se retiró desolado. Seguramente es una consigna del gremio, porque no es la primera vez que la oigo”. Impresionante, vaya. Después de esta típica escena costumbrista, ¿cómo puede uno no perder la educación, los modos y toda esa retahíla de características que (según algunos) nos diferencian de los animales?
¿Qué mejor forma de celebrar el día en que falazmente se dice que acaeció el fenecimiento de Cervantes y Shakespeare, que leyendo a Juán Cruz y el magisterio vital de su prosa límpida y distendida? Bárbaro, en serio. Iba a dedicar este día festivo (en mi tierra más por Padilla, Bravo, Maldonado y su entrañable relación con la corte de Carlos V que por San Jorge, claro) a los libros, pero mejor dejar a los que de verdad saben. Y yo pospongo la dedicatoria para otro día. Pues cualquier otro es bueno para dedicar a esos amigos fieles, entrañables e infatigables que a muchos nos acompañan y ayudan a lo largo de este valle de lágrimas –en expresión tan real como manida-.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home