Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

15 octubre 2008

Este párrafo clarividente, preciso, maravilloso de Ussía reflejando el absurdo pensamiento independentista: “Uno cree que conoce bien España por haberla recorrido y disfrutado de norte a sur y de este al oeste, y al final se apercibe de la levedad de su conocimiento. Había olvidado un viaje en coche con Antonio Mingote por tierras de Castilla-León. En la provincia de Ávila, en las paredes de una vieja casa deshabitada, vimos las primeras señales de alarma. «Castilla Independiente». -¿Independiente de qué?-, me preguntó Mingote sin hallar respuesta por mi parte. Al fin llegamos a la provincia de León, cuyos mensajes de independencia se entendían mejor que los castellanos, porque determinaban de quién querían independizarse. «León, independiente de Castilla». Superado el puerto del Manzanal, ya en la bellísima comarca del Bierzo, una nueva sorpresa. En una enorme piedra a decenas de metros de la carretera, un nuevo movimiento independentista: «El Bierzo, independiente de León». En cuatrocientos kilómetros experimentamos una España hecha añicos, que no es experiencia agradable. Superada Ponferrada, y camino a Villafranca del Bierzo, el lío se agigantó con otros dos mensajes escritos junto a la carretera. «Villafranca, independiente de Ponferrrada», y «El Bierzo es Galicia». -Estamos locos-, comentó el maestro”. Y es que León también tiene estas cosas absurdas. Qué se habrían creído los vascos, los catalanes, los gallegos…Bien es verdad que nuestras voces se escuchan muy poco, o muy bajo. Y que no es porque la causa no sea noble: que, desde luego, no lo es. Ni porque no haya intelectuales adeptos: que, por supuesto, no los hay, o tienen muy poco de intelectuales. Sino porque a la gente de esta tierra le importa, en expresión castiza, diáfana, un pimiento.

Aun así, existe en León un partido minúsculo, pequeñito, diminuto que a pesar de las pocas simpatías cuantitativas electorales que despierta, siempre acaba teniendo lo que metafóricamente, en democracia, se denomina “la llave”. Pocas cosas habrá en la vida tan injustas y carnavalescas, como estos chalaneos partidistas en que el depauperado valor de algo se vende a un precio tan elevado. Luego, claro, es normal: viene la gente de paso y se queda con la idea, sin duda extravagante, de que los leoneses estamos reivindicando algo. Algo, además, como dije, tan absurdo. Tan ridículo. Pero como los que pensamos de otro modo no nos dedicamos a ensuciar las fachadas, carreteras y demás bienes públicos, ni insultamos, ni nos alteramos, ni expresamos nuestro pensamiento como cernícalos (echen un vistazo a su hábitat y costumbres): como que aquí pensara todo el mundo así. Me pregunto si estos independentismos basados en fueros, prerrogativas condales o los frustrados beneficios por la desgraciada equivocación de bando en las guerras carlistas, no tienen un origen similar a este incipiente, y hasta el momento hilarante, nacionalismo leonés. Como el de esos okupas que paulatinamente terminan adueñándose del inmueble al que se adhieren; como el de esos gusanitos que, imperceptiblemente, comienzan a horadar una manzana y, cuando uno quiere echarle el diente, ya es demasiado tarde (incluso –¿o sobre todo?- para la manzana).

En el partido de marras, además, no es que proliferen precisamente los políticos inteligentes; y los que había, fíjese usted, se han ido, o poco les falta. Eso sí, queda en sus filas algún/a pseudointelectual que publica panfletillos incoherentes, inconsistentes y, gramaticalmente hablando, muy mal escritos que, ¡extraordinariamente!, son muy bien acogidos por los círculos de personas sabias y leídas de León; gran círculo, por otra parte. Y que le hacen a uno preguntarse a ver si va a haber algún profesor universitario, con todos mis respetos, que consiguió su doctorado en una tómbola. Pero en fin: así está España, llena de sinécdoques.