Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

08 octubre 2008

Leo en la prensa de mi ciudad, pródiga en narrar sucesos de gran importancia, que ciertos políticos locales ciertamente afines a unas siglas concretas han achacado a otros políticos aún más comprometidos con otras siglas también determinadas, en apariencia distintas, aunque en realidad inquietantemente similares, haber sido artífices de que la famosísima, por el desconocimiento de la misma, feria medieval de San Froilán, este año llamada mercado árabe, haya pasado sin pena ni gloria alguna. Pero así son los políticos, siempre pendientes de lo que en realidad importa. Aunque a mi mismo, todos estos años, siempre me ha parecido cosa obscena llamarla feria. Pues simplemente consta de un minúsculo número de puestos que ocupan tres calles, igualmente minúsculas. Claro que algún nombre había que darle. Y ya saben que el mundo, es mundo, desde su bautizo. Ahora bien, lo que no falta es empeño. Y en buen uso de este, entiendo que para dotar al paisaje de mayor realismo, se suele cubrir la calzada de paja fresca, crujiente, vistosa. Un poco sucia, sí; un poco como mal colocada, también. Pero es que, y esto es lo mejor de todo, incluso huele y resbala como la paja. Dando a entender al ciudadano que, en los tiempos que corren, más vale tener pituitaria atrofiada, y calzado de buen Zapatero.


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Lencería, para vestir ella; para disfrutar él: qué difícil es a veces fijar la vista en la prenda.


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Esta anécdota de Ferrand, edulcorando las palabras que vale una imagen: “Uno de los sucesivos sires de Chesterfield, no sé si el sexto o el séptimo lord, padecía gota. El ácido úrico no le dejaba vivir y le mantenía en vilo de dolor y angustia. Un mercader de vinos, establecido en Jerez y en Oporto, mayorista en Londres, le contó al lord las glorias de un oloroso con capacidad taumatúrgica para aliviar las penas de la gota. El noble inglés, después de aplicarse dos o tres dosis de tan singular remedio, respondió al vinatero: «He probado su jerez y, francamente, prefiero la gota»”.