Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

05 octubre 2008



Pérez-Reverte, hombre, al fin y al cabo. Magnífica persona, sin duda. Ustedes, ¿conocen a algún librero que no tenga ni la más remota idea sobre el artículo que vende?; ¿no?, pues, vénganse a León, y les mostraré a unos cuantos. Casi, uno por librería. Además, quisiera dejar constancia, muy leve, del exquisito regalo con que se tratan; como de señora decrépita envejecida por su dinero, su codicia, su avaricia y su modo de haberse conducido en la vida, para, al final, terminar sus días en una soledad nada envidiable, aunque, eso sí, con una dignidad grande, pomposa, casi molesta. Ejemplares humanos, por lo que se lee, cada vez menos exóticos. Se ha perdido, si es que alguna vez se ha llegado a tener, todo vestigio de romanticismo en los oficios. Ese glamour presuntuoso de pertenencia a un oficio, un gremio, una familia. Hogaño no se es lo que se quiere, sino lo que se puede. Y de poder elegir, desde luego, se escoge aquello que más interese. Todo esto no es nuevo. Aunque nada, o muy pocas cosas, lo son. El resultado de esa operación aritmética vital parece notorio: ese irritante fastidio provocado cuando se come en casa del herrero.

Por otra parte es una verdadera lástima, una pena muy grande, que decía la copla, que el artículo del señor Reverte no incluya una instantánea de la señorita que intentó hacerle de su causa; si acaso cupiese distinción de causa, claro. Esas piernas prometían. Y siempre causa un enorme y feo disgusto, ¡ay!, ver el postre y no probarlo.