Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

01 octubre 2008

Las modas crean tendencias, gustos, actitudes. Y ahora, también, destronan asertos. Para Maison Martín Margiela, por ejemplo, el calvo ha dejado de ser una referencia. Y, por si no tuviera bastante, ha relacionado peinados y motivos silvestres, como pequeños arbustos, frondosos, sin podar aún.





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Hay una ley, de entre todo el entramado jurídico que se ha parido estos años, que se puede considerar, sin temor al yerro, de conspicua e inútil parida. Esta es, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de Marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Es inútil, digo y mantengo, por cuanto de absurdo tiene regular algo ya logrado, de facto. Mérito vacuo. Y, además, contraproducente, porque da publicidad a la consideración de que la mujer es, hasta para sus más acérrimos defensores, y en cuanto a aptitud se refiere, un ser inferior. Necesitado de ayuda, atención, apoyo gubernamental para encontrar sitio en este mundo en realidad regido por las leyes de la naturaleza, ese machismo implícito en la vida.

Pero pensemos, sin ser excepcionales, ¿cómo puede una mujer de valía no cuestionarse si es absolutamente necesario que la única forma de conseguir sus aspiraciones sea acatando una imposición legal a costa de sus propios méritos y capacidades? Y, algo obvio, ¿es preferible una igualdad genérica a una igualdad meritoria?

Seamos serios, la búsqueda de una igualdad real ha llevado a que la mujer, nunca antes, haya estado peor valorada.

Excusatio non petita…después de un año de vigencia legal, mi comentario, aunque no ha sido el primero al respecto, les parecerá extemporáneo, claro. Pero dados sus efectos en nuestra realidad hodierna, y, sobre todo, dado que en el último mes he leído más de diez artículos relacionados con la guerra civil española, permítanme sacar pecho, y afirmar, que es de rabiosa actualidad.




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Josef H. Reichholf, quédense con este nombre, asegura que “el hombre se volvió sedentario para fabricar cerveza y emborracharse”. Es una verdadera lástima que la noticia no explicite que este biólogo, además de titulación académica, posea una afición desmedida a Los Simpson. Entre sus aseveraciones también destaca, “que la agricultura surgió de una situación de abundancia”, y no de necesidad por hambre, que es lo que afirmo yo, aun a costa de que se me enfade algún eventual lector biólogo. Y no sólo la agricultura. Todo, absolutamente, en la historia de la humanidad, ha nacido de la necesidad; no de la abundancia. La abundancia aletarga, oxida, atonta. Parece increíble que este hombre, precisamente, sostenga lo contrario. Y, más aún, que lo publique.