Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

26 mayo 2010

La necesidad del cambio

Al Santiago Bernabéu vuelven los galácticos como los turrones lo hacen a casa por Navidad. Parece que Manuel Pellegrini, el llamado Wenger chileno, a pesar de su talante y de su talento, no ha cuajado en el banquillo blanco. Empezó el año futbolístico como el hombre ideal para el equipo ideal. Había realizado una temporada pasada notable con el Villarreal, y se debió de pensar que si era capaz de ofrecer esos resultados en un club con un vestuario, un sueldo y unos utilleros tan modestos, qué no lograría en el equipo más laureado del mundo (en el siglo pasado, claro). Tenía el del semblante tristón sobre la mesa una serie de nombres verdaderamente estupendos, y su labor, simplemente, se concretaba en hacer de ellos un conjunto igual de estupendo. Pero, como saben, su atractiva propuesta se perdió, se difuminó o se malinterpretó. La camiseta blanca pesa mucho y vale muchísimo más de lo que pesa. Y esto no es sólo mera propaganda. Aunque desde luego no lo comprenda todo el mundo. Esta es una de las razones por las que en el Madrid casi nunca funcionan las promesas, y terminan diluyéndose como pequeños azucarillos en grandes tazas de café. Será la presión, será el compromiso o será el respeto que provoca en los principales actores ese miedo escénico que acuñó el filósofo deportivo don Jorge Valdano, pero el caso curioso, más penoso que doloroso, es que a pesar de los reiterados y abultados desembolsos anuales algo en la máquina pretendidamente infalible y presumiblemente imbatible no funciona. Del entrenador chileno se ha dicho que no tiene carisma, cuando todo el mundo sabe que en el Madrid se necesita un mindundi chitón que no sea respondón; se le ha tildado de hombre meramente contemplativo, sabiendo, como sabemos, que en un vestuario de señoritos tan delicados la mano firme ha resultado de pésimo remedio para enfermedades intratables. Y ahora, llega José Mourinho: un hombre hecho a sí mismo. Yo no sé si con él el Real Madrid será capaz de desplegar un juego atractivo, si ganará títulos o si volverán a hablar del mismo en Europa, pero sí estoy totalmente convencido de que conseguirá forjar un estilo de juego propio y claramente definido: una carencia no poco importante en el historial clínico de las últimas temporadas. Porque si algo tienen claro el míster portugués y algún otro, es que un equipo sin personalidad, en la cancha, haciendo uso de una alegre metáfora, es como un pollo sin cabeza. Y por eso esta tarde mientras escuchaba el dardo en La Brújula de Alsina, presentando Camacho al nuevo técnico como la gran esperanza blanca, no he podido dejar de pensar que es una verdadera lástima que, en vez del equipo merengue, no haya fichado a PePe el Gobierno de España.

PD: esperemos que el Mundial lo gane España.