Corrientes telúricas
Algo debe de estar pasando en el PSOE cuando a Rodríguez Zapatero le están creciendo los enanos (y no me refiero a los acondroplásicos) por doquier y sin querer, incluso en esta época de tan pronunciada sequía. En cuanto al PSOE madrileño, la verdad, no entiendo la razón por la que se disputan tan apasionadamente una derrota. Dado que, al menos a priori, tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación, cualquier aspirante socialista da la impresión de que va a salir bastante escaldado. Hace una temporada, al menos, sonaban nombres de peso, categoría y relumbrón, como el de Javier Solana, aunque sin especificar el ámbito que iban ocupar. Pero en estos momentos, el defenestrado de Rodiezmo, ha puesto en liza nada menos que a una ministra desapercibida o manifiestamente mejorable y a un señorito de apellido impronunciable, seguramente que por aquello de no perder esa nota de exotismo cazurro a la que el nieto del capitán Lozano nos tiene tan acostumbrados.
En el PSOE valenciano, escuchaba hoy a Carlos Calsina, al señor Jorge Alarte le ha salido un competidor a su medida, y no me refiero a cualquier miembro de la familia Pajín, tan mediática y risueña, sino al hombre al que se le escapó el escurridizo Roldán cuando ocupaba la cartera de Interior en la época del socialismo de pana. Aún no ha salido en las noticias, pero a estas horas a Francico Camps le deben de estar temblando las canillas a base de bien, aunque no sé si del miedo o de la risa, claro.
Más seria está la cosa en Ajuria Enea, desde luego. El mercadeo zíngaro que representa anualmente la aprobación de los Presupuestos, este año, viene cargado de varias preocupaciones. Los convergentes catalanes, en mi opinión bastante ingenuos, consideran que si no se aprobasen los Presupuestos y se viesen obligados a prorrogar los del año pasado carecería de sentido que el Gobierno de Zapatero agotase la legislatura. Pero, claro, eso mismo no lo ha dicho nadie en el ejecutivo, y habría que ver hasta donde estarían dispuestos a llegar los socialistas de darse el caso, que no se va a dar, por supuesto, porque es evidente que el ateo de Zapatero va a pagar más que religiosamente lo que le pidan los nacionalistas vascos por esas boquitas suyas. Que tiemble Patxi. Y alguno más, desgraciadamente.
También quería hablarles de la cuestión catalana y del hombre del califato. Que el tripartito no ha ido precisamente bien, es algo que no se le escapa ni al menos lince de la clase. Que el cordobés no hace migas ni buenas ni malas ni con la Chacón ni con el Corbacho, pues tampoco. Y, encima, va el Tribunal Constitucional y alumbra una criatura, pobrecita, que no la quiere absolutamente nadie. En esta tesitura, y descartado el comodín de echarle la culpa al PP, por la cabeza de Montilla deben de estar pasando un motón de ideas a cual más sugerente. Puede seguir haciendo el papel de marioneta de Ferraz, como hasta ahora. O dárselas de muchacho pavo y emanciparse de su familia madrileña. En cualquier caso, el PSOE avizora con inquietud, cual ojo de Sauron, lo que se está cociendo en los cráneos y palpando en las extremidades de sus correligionarios catalanes. Y, calculadora en mano, espera acontecimientos.
En el PSOE valenciano, escuchaba hoy a Carlos Calsina, al señor Jorge Alarte le ha salido un competidor a su medida, y no me refiero a cualquier miembro de la familia Pajín, tan mediática y risueña, sino al hombre al que se le escapó el escurridizo Roldán cuando ocupaba la cartera de Interior en la época del socialismo de pana. Aún no ha salido en las noticias, pero a estas horas a Francico Camps le deben de estar temblando las canillas a base de bien, aunque no sé si del miedo o de la risa, claro.
Más seria está la cosa en Ajuria Enea, desde luego. El mercadeo zíngaro que representa anualmente la aprobación de los Presupuestos, este año, viene cargado de varias preocupaciones. Los convergentes catalanes, en mi opinión bastante ingenuos, consideran que si no se aprobasen los Presupuestos y se viesen obligados a prorrogar los del año pasado carecería de sentido que el Gobierno de Zapatero agotase la legislatura. Pero, claro, eso mismo no lo ha dicho nadie en el ejecutivo, y habría que ver hasta donde estarían dispuestos a llegar los socialistas de darse el caso, que no se va a dar, por supuesto, porque es evidente que el ateo de Zapatero va a pagar más que religiosamente lo que le pidan los nacionalistas vascos por esas boquitas suyas. Que tiemble Patxi. Y alguno más, desgraciadamente.
También quería hablarles de la cuestión catalana y del hombre del califato. Que el tripartito no ha ido precisamente bien, es algo que no se le escapa ni al menos lince de la clase. Que el cordobés no hace migas ni buenas ni malas ni con la Chacón ni con el Corbacho, pues tampoco. Y, encima, va el Tribunal Constitucional y alumbra una criatura, pobrecita, que no la quiere absolutamente nadie. En esta tesitura, y descartado el comodín de echarle la culpa al PP, por la cabeza de Montilla deben de estar pasando un motón de ideas a cual más sugerente. Puede seguir haciendo el papel de marioneta de Ferraz, como hasta ahora. O dárselas de muchacho pavo y emanciparse de su familia madrileña. En cualquier caso, el PSOE avizora con inquietud, cual ojo de Sauron, lo que se está cociendo en los cráneos y palpando en las extremidades de sus correligionarios catalanes. Y, calculadora en mano, espera acontecimientos.
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