En limpio
Lo mejor de todo es que partiendo de cero el crecimiento (casi) siempre está asegurado. Y da un gusto enorme, además de nada obsceno, sentirse como una esponja seca que, paulatinamente, se va humedeciendo a medida que adquiere nuevos conocimientos. El saber sí que ocupa lugar, ¡por supuesto!, pero, desgraciadamente, son demasiados los que ignoran cuál. Además, tengo que decir, que si hay algo en esta vida que cada vez cobra más importancia, es, sin duda, la humildad. Dado que cuando creemos saber, menos conscientes somos de nuestra propia ignorancia. Por ello, no hay que tener ningún miedo a preguntar. Quiero decir, a preguntar nada absurdo. Quién sabe, a lo mejor la duda no es tan estúpida, antes la han tenido otros, o la respuesta no es tan obvia. El silencio es vil enemigo del aprendizaje, pero también lo es de la confianza. Aunque, vaya, tampoco es malo ser cauto: la valentía es sinónimo de estulticia, y no conviene abusar de ninguna de ellas. Lo malo, son siempre, y desde hace mucho, los extremos meridianos: nunca se huye de ellos lo suficiente.
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