Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

28 marzo 2012

Espichas

Discentes universitarios, preuniversitarios y apuestos egresados buscan, y encuentran, hueco entre camadas de adolescentes dipsómanos, cuya única preocupación no parece ser la relativa proximidad de los exámenes finales, sino que sus mimadas litronas no pierdan un ápice de frescura. No se aprecian buenos modales, ni una vestimenta adecuada; en cambio, sí se observa una extraordinaria facilidad para regurgitar en cualquier parte. Las chiquillas no llevan una talla de pantalones ajustada, haciendo que, los hombrecillos en potencia, no tengan que hacer uso de una excesiva imaginación para recrear el color ni la peculiar extravagancia de las siempre escurridizas intimidades femeninas. Los muchachos llevan gorra, ropa amplia, y unos cuantos agujeros en la cara y quién sabe dónde más. Cuando se les pregunta por una dirección en tono amable y distendido, te miran perdonándote la vida, y entiendo que olvidándoseles la respuesta. No obstante, son el futuro. Y la juventud siempre ha sido atrevida, como la ignorancia que alguno de ellos perderá al calor de su inevitable experiencia. Sin embargo, son divertidos. Cantan, bailan, ríen… y sí, beben a conciencia, se meten sustancias sin identificar, y hacen un uso práctico, profuso e indiscriminado, de sus órganos genitales. Les da igual el mundo. Ellos ya tienen el suyo. Pasan de normas, deberes, y demás convenciones sociales: Nunca Jamás la factoría Disney materializó a tantos de sus personajes. Siempre atentos a los mensajes de su moderno celular, se olvidan que sólo abriendo los ojos van a poder vivir la vida que todos y cada uno de ellos creen sobradamente disfrutar. Vivir por adelantado promete un camino desordenado. Tanto como los asombrosos y obscenos rastros de basura que tras la despendolada juerga se observarán desperdigados por la inconsciencia de un colectivo al que tantos adultos sobreprotectores se esfuerzan ingenuamente en describir como ejemplar e injustamente descalificado.