Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

Correspondencia: fjsgad@gmail.com
Mi foto
Nombre:
Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

22 agosto 2012

En el pueblo (XVII)

Días tristes. Todos los seres humanos sabemos que la muerte es inevitable. Al menos, desde que llegamos a este valle de lágrimas. Pero siempre hay muertes y muertes. La de ayer contaba sólo 24 primaveras. Un accidente de coche. Un muchacho, como suele decirse, con toda la vida por delante. ¿A causa de la imprudencia, de la locura, tal vez de un simple y trágico incidente? Nadie lo sabe con exactitud. Pero en las poblaciones pequeñas el jurado emite el veredicto con una antelación verdaderamente extraordinaria: ya había tardado. Pronunciamiento cruel. Sin duda. A la juventud van adheridos una serie de excesos. Cuando éstos se materializan, no son más que la constatación de lo inevitable. Podríamos decir, pues, que todo el mundo ve venir lo que aún no ha llegado. Y sería cosa extraordinaria que los hechos no se acomodasen al juicio de la generalidad. Aunque, huelga decir, una opinión mayoritaria no tiene que ir necesariamente cargada de razón. En cualquier caso, la despedida fue tremenda, y tremendamente emotiva. 45 minutos ininterrumpidos de coches dirigiéndose al lugar donde se celebraría el sepelio. El pueblo se quedó pequeño. Y puede, como dice Montaigne, que el rigor y la pompa con que despedimos a los nuestros sea más consuelo para los vivos que auxilio para los muertos. Pero creo que es honrado y honesto, obviando la distinción de Madariaga, rendir digno y justo tributo a quienes nos han abandonado. Máxime, si es antes de tiempo. Pues, como dice el poeta, la muerte de un anciano, aunque sea dolorosa, es una llegada a puerto; pero la muerte de un joven... constituye todo un naufragio. Parco consuelo, de todos modos, el que otorga el calor de una despedida.