Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

28 julio 2012

En el pueblo (VII)

La llegada de más familia ha acabado con el silencio, la paz, y esa tranquilidad entrañable que hacía del pueblo un lugar idóneo para el estudio, la lectura, y una serena introspección. Aunque, todo hay que decirlo, ha sido a cambio de mucha más alegría; eso si: también a costa de comprobar que mi pequeño sobrino se ha convertido en un verdadero bicho. Creo que el vecino de enfrente tiene una mezcla de la ironía de Clarín, Pardo Bazán, Larra, Doyle y el mismísimo Dickens, aunque, en mi opinión, mucho más depurada. Mi padre, en cambio, piensa que sólo se trata de concha, lana, socarronería endémica. Tal vez, pues, los recursos estilísticos más reconocidos y considerados sean meramente un rasgo del carácter: dado que, como saben, quien escribe se describe. Ha habido tormentas. Cómo me relajan. Ya de pequeño me dormía plácidamente cuando oía rugir los cielos. Sé que hubo un tiempo pretérito de superstición y desconocimiento en el que el ser humano creía que se debía al enfado de los dioses. De ahí que se crearan distintas ceremonias y rituales, y se ofreciesen diferentes exvotos, para aplacar su presunta furia. Pero con esa fría definición de los físicos sobre el encontronazo de dos masas de aire de distinta temperatura con ocasional contenido de placas de hielo, hoy día parece que todo el mundo se ha dado más que por satisfecho, no haciendo ofrendas ya ni al patrón del pueblo. La empanada, deliciosa. El embutido algo pecador con el picante. El pan...no hay pan como en mi pueblo. El paseo nocturno también ha resultado de lo más agradable. Vimos a mi hermano, hace un rato, desfilar con otros muchachos, también de vacaciones: en sus brazos acunaba, como si sostuviese una linda criatura, parte del botellón que iba a ingerir en las fiestas de un pueblo próximo al nuestro. Hay que ver cómo está la juventud. Y hay que ver cómo se lo pasan. ¿Entonan el comamos y bebamos que mañana moriremos de Menandro? Tal vez sean depositarios de más sabiduría de la que les reconocemos.