En el pueblo (III)
Entiendo que la falta de compañía cualificada hace extraños compañeros de cama. Por un lado, un carácter dulce, modesto, tranquilo, de natural observado y, en líneas generales, agradable e inteligente. Por el otro, un temperamento desbordante, impetuoso, demasiado enérgico para llegar a ser algún día elegante, un punto (al menos) dominante y, además, se observa grave carencia de tacto, sensibilidad o el más mínimo y elemental sentido de la oportunidad. La física ha conseguido llevar a su terreno a la naturaleza humana. Parece que, efectivamente, los polos opuestos se atraen. Y las dos mitades, las dos almas gemelas que, según la leyenda, deberían estar condenadas a encontrarse, muy por el contrario, se repelen.
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