Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

14 agosto 2012

En el pueblo (XV)

La camarera de la mirada triste. Tez pálida, como la de esas bellezas tan cotizadas en el medievo. Pelo largo, liso, del color del trigo. De figura esbelta, cual sílfide de los bosques. Unos ojos bonitos, grandes, pero algo inexpresivos: no sé bien si por indiferencia, o por cansancio de cuanto la rodea. Tiene un estilo moderno, informal, alternativo. Aunque parece educada, correcta, y poco dada a las confianzas. Pero el semblante es excesivamente serio para afrontar el incesante escrutinio del público: puede que entre la timidez y la altivez no haya grandes diferencias.


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Muere el padre de un buen amigo mio. Durante gran parte de su vida había sido sacristán de la Catedral de León. Hoy por la mañana, la misa fue oficiada por cinco curas. A pesar de las dolorosas circunstancias, tengo que decir que ha sido una de las ceremonias más bonitas a las que he tenido el privilegio de asistir. Ver y oír cantar a los cinco curas, acompañados maravillosamente por el órgano, era un espectáculo sublime. Además, al contrario que otros colegas del gremio, que se las dan de grandes oradores e improvisadores, leyeron parte del sermón. Un texto de una delicadeza exquisita, y dotado de esa inteligente coherencia tan escasa en otras ocasiones. En él se apelaba a la fe como incombustible faro de las más oscuras tinieblas, como inefable fuerza que acude en nuestro auxilio en los momentos de mayor flaqueza, y como motor eterno del mundo interior y exterior al que coloquialmente llamamos vida. Llorar, a veces, es inevitable y necesario. Pero dotar de sentido a nuestra existencia, es, sencillamente, imprescindible.


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Leyendo el estudio introductorio de los Ensayos de Montaigne, que sirve de preámbulo, prólogo, introito, prefacio, proemio u exordio (he aquí un tonto estropeado por el conocimiento) a la gran obra, poso mis ojos en las siguientes líneas:

"Parafraseando la República de Platón, subraya que la ciencia no puede dar luz al alma que no la tiene, ni hacer ver al ciego. Su función no es dotarle de vista, sino orientársela. A través de Platón, Montaigne entronca con la vieja idea griega según la cual aprender es aprender lo que ya se sabe, llegar a ser lo que uno es, y la enseñanza no puede nunca suplantar a la naturaleza".

No he empezado y ya salivo. Tienen razón Punset y Pavlov: la felicidad está en la antesala de la felicidad.