Retazos
Las cartas de los siempre atentos y exigentes lectores de
periódicos:
«Por este conducto lo saludo -le dice JORGE ROBERTO GÓMEZ
SALDAÑA a Ignacio Camacho- y desde ya le digo que sus artículos son de los que
más disfruto del periódico. La calidad de los mismos me parece no buena, yo
diría que extraordinaria. Por eso mismo me quedé perplejo al comprobar que haya
escrito “sacar el dinero fuera”. Esta manera de hablar es de mucha gente, aquí
en España, como lo de entrar para adentro, subir para arriba o bajar para abajo.
Y está claro que no solo me refiero a personas que aún no han perdido el pelo
de la dehesa, también gente de la que nunca se esperaría una salida de esta
naturaleza».
A este pellizco de monja lo titularon El arte de la
redundancia. Y, la verdad, no sé si el título corresponde al amable y
puntilloso lector, o a un editorialista del periódico. En cualquier caso,
convendría aclarar que no se trata de una redundancia, sino de un pleonasmo. La
diferencia es sutil, pero hay que tenerla en cuenta. Antes de reconvenir a los
demás, por favor: reconvénganse a sí mismos.
El Juan Manuel de Prada más sentimental:
“Con algo de perrillo apaleado y algo de simpático truhán
«echao padelante», el personaje acuñado por Leblanc se metía en el bolsillo al
españolito medio, tal vez porque el españolito medio siempre ha tenido algo de
perrillo apaleado y algo de simpático truhán; y también se llevaba de calle a
la actriz protagonista, cosa que en la vida real tal vez no ocurra siempre, o
tal vez no ocurra casi nunca. Pero de sueños también se vive; y Tony Leblanc
hizo creer a varias generaciones que tal sueño era posible”.
Y, por último, este interesante dato que aportaba Eduardo San
Martín en su columna del viernes. Pueden extrapolarlo a cualquier personaje de
su entorno más cercano, pues los entresijos de la condición humana no son de aplicación sólo a nuestros
políticos más estelares, desprendidos y de mejor olfato.
“Con el subidón de la Diada aun alterándole los pulsos, Mas se presentó
en Madrid para efectuar un ejercicio de proyección. La psicología describe con
ese término el mecanismo defensivo por el que un sujeto atribuye a su oponente
las flaquezas que uno mismo padece pero se niega a aceptar.”
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