Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

16 enero 2013

Heurístico



Un mensaje, una llamada, un aviso pidiendo guerra, uno con gas, o el órdago a nada. La experiencia del óxido como inclino instalado en tu próximo movimiento. La inercia, que de tantas preocupaciones nos despoja, ahora goza pidiendo el artificial impulso de su bilocación futura. Ganar o perder, el sinsentido que llena vacíos, aquieta anhelos, persuade escépticos. ¿Qué lleva al hombre a disfrutar en la contienda? Piérdete, y puede que te encuentres. La noche calma, genuinamente fría, insólitamente abandonada: la desesperanza no anima la demografía, no llenará las calles ya siempre vacías. Hay miedo porque nuestros sentidos gozan con la plenitud de la superficie. ¿Oponerse al mundanal silencio? Es de locos, sabido es, estar cuerdo. El alcohol, la intempestiva farra, las necesarias, vitales, como sinónimo de promiscuas, mujeres. Debe haber una razón, y una razón bastante poderosa, para que aquél que todo lo vence, que todo lo puede, que todo lo corroe y todo lo corrompe, no haya sido capaz, ni apenas un ápice, de modificar la naturaleza humana.


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¿Cómo son las mujeres? Es una pregunta que me llevo haciendo toda la vida. Y probablemente, pues nunca he sido demasiado optimista, muera sin haberla respondido. Buscar el sentido filosófico a lo que acaso carece de él: ríanse, a mandíbula batiente, de Sísifo y sus cilíndricas preocupaciones. Sin embargo, la literatura siempre está ahí para echarnos una mano: aunque no se explicite el lugar en que la echa. Leyendo Me hallará la muerte, de don Juan Manuel de Prada, que es su último libro, en el que se comprende el porqué de su cliché “las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan”, y en el que se asombrarán de que cruce determinadas líneas, se alumbra al lector masculino inquieto por lo intangible de la psique femenina con la siguiente reflexión:



“Creo que sé hacerle la vida más fácil a un hombre…Algo de lo que no pueden presumir la mayoría de las mujeres…

-¿Ah, sí? ¿Y cómo es eso?

Porque son absorbentes y quieren a su hombre para ellas solas. La naturaleza femenina es curiosa y controladora. Cuando una mujer se fija en un hombre se fija con todas las consecuencias: quiere saber lo que hace, lo que piensa, lo que sueña. Quiere conocer sus gustos; y, una vez que los conoce, monopolizarlos. Quiere invadir al hombre, y eso es lo que a vosotros más os puede joder. Algunos ceden, y terminan convertidos en eunucos. Pero los verdaderos hombres termináis rebelándoos”.



Yo, la verdad, no sé si serán así. Pero estoy convencido que esa forma de pensar no es la más idónea para hacer amigas.