Jam Session

Política, literatura, sociedad, música

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Lugar: León, Spain

En plena incertidumbre general, y de la particular mejor no hablamos, tratando de no perder la sonrisa...

23 julio 2009

Cuando a media tarde no se esperan visitas y llaman al timbre, siempre invade a uno cierto aire de desconcierto. Máxime sabiendo que la intimidad del hogar se acentúa varios puntos en verano. Y que el cuerpo vive en el sopor de ese hábitat al que se ajusta si no como un guante, al menos como una de esas braguitas ceñidas que producen un leve, casi imperceptible cimbreo en el muslamen de cualquier señorita con unas señoritas piernas. No obstante, la sospecha, la incertidumbre, el desconocimiento de lo que hay al otro lado, nunca es impedimento para realizar ese extraordinario esfuerzo que supone la necesidad de levantarse a comprobarlo. La desilusión, el desencanto, es entonces inevitable. A uno nunca, o casi nunca, y desde luego no en el modo que desea, le llega lo que está esperando. Y sólo en las películas, al abrir la puerta, el protagonista se encuentra a las nuevas vecinas. Que extraordinariamente siempre están muy buenas, claro. Yo, por ejemplo, hace años que no tengo vecinas nuevas. Y las que tengo, a fe mía que no son como las que salen en las películas. Siempre sin bata, y arregladas, y simpatiquísimas; y con esa pinta de macizas que las imposibilita, en el vecindario y hasta en la vida, para pasar desapercibidas. Por el contrario, aunque no me puedo quejar de casi nada, sí, en cambio, de mis vecinas; o, mejor dicho, de la falta de ellas.

-Buenas tardes, joven (noto cómo me miran las cachorras, cosa muy normal, por otra parte)
-Buenas tardes
-Verá, veníamos porque este domingo va a tener lugar un bautizo colectivo en el estadio de fútbol…
-No, déjenlo, la verdad es que estoy a gusto con mi compañía
-Pero...
-En serio, muy a gusto